Indecencia

Se acabó el Tour, se va agotando el efecto ‘las cervezas son para el verano‘ que anticipa e idealiza nuestras posibilidades de disfrute vacacional y en éstas, el presidente del Gobierno de España considera oportuno comparecer en sede parlamentaria el primer día de agosto para explicar diversas cuestiones de interés, entre otras las referidas a la ‘falsa alarma social’ que los dirigentes de su partido entienden que se está intentando provocar con el presunto ‘Caso Bárcenas’.

La noche anterior me acosté con la palabra en la cabeza; es que me lo temía. Y cuando me levanté, efectivamente, estaba ahí: indecencia.

indecencia

1. impureza, inmoralidad, deshonestidad, desvergüenza, obscenidad, procacidad, grosería, porquería. | Antónimos: moralidad 

2. canallada, cerdada, guarrada, cochinada, jugada, putada. | Antónimos: delicadeza

Diccionario de sinónimos y antónimos © 2005 Espasa-Calpe

La decisión de comparecer ‘a iniciativa propia’ ya anunciaba la desvergüenza de las intenciones del presidente y de su grupo parlamentario, pretendiendo obviar una situación que escandaliza a cualquier ciudadano mínimamente razonable de aquí, y a cualquiera — aunque tenga una capacidad de discernimiento limitada– de cualquier país europeo, americano o africano.

Una respuesta indecente

Las intervenciones del presidente, tanto la inicial como las que correspondieron a sus réplicas, fueron un ejemplo de inmoralidad: declaró que se había equivocado, esperando la absolución de los ciudadanos después de ese acto de reconocimiento y supuesta contrición, como si se confesara con su cura párroco. Me equivoqué, ya está. Y qué?. [Ventajas de ser católico practicante].

#findelacita Rajoy

En el caso de que fuera cierto, que sabemos que no lo es, una equivocación de esta magnitud medida en los millones de euros que ha supuesto, reclamaría algo más que palabras. Las decisiones públicas equivocadas no pueden tener coste cero, como si no fuera con los dirigentes políticos asumir las graves consecuencias de sus malas decisiones.

Resultaron obscenos cualquiera de sus argumentos o porquerías: desde aquellos que se referían al avance por la senda de la recuperación económica gracias al proceso reformista emprendido y la renovada confianza de los mercados en la economía española, hasta el anuncio de  un nuevo dato positivo de empleo, demostrando la eficacia de la reforma laboral encomendada a la virgen de Fátima. Unos resultados que dejan la cifra de paro sólo con 600 mil parados más de los que había en noviembre de 2011, cuando el Partido Popular se hizo con el poder (político).

Fueron groseras sus citas, un ejercicio infantil de asesores y fontaneros pretendiendo situar el debate en el terreno de los gabinetes. A ver quién es más listo, más ingenioso, quién se documenta y maneja mejor las fuentes. A ver a quién sacamos los colores, como si el jueguecito importara o hiciera gracia a alguien que no sean sus iguales, sus militantes, adeptos o acólitos.

Finalmente, también hubo espacio para que el presidente demostrara su deshonestidad.
Se cobran sobresueldos y complementos, claro que sí; razonables y justificados por las responsabilidades orgánicas y políticas ejercidas; se ha tenido acceso a créditos sin intereses, se compensan económicamente pérdidas de beneficios de actividades privadas… Y qué; todos lo hacen.

Por qué no, también, en este tiempo de espanto en el que la crisis se desvela como un eficaz instrumento del capitalismo.

Y qué, si a los ciudadanos se les despoja de sus empleos y se les cercenan sus derechos.

Por qué no en estos tiempos infames donde las maquinarias del poder se empeñan en propagar la especie de que no es posible una educación pública de calidad. Menos aún, una asistencia sanitaria digna y universal; imposible de todo punto atender la dependencia, condenando a un dolor adulto a las familias más frágiles.

Qué mas da si en este tiempo terrible se cava la tumba de la prosperidad del futuro, abandonando proyectos científicos y políticas de investigación, arrinconando a las universidades públicas.

Forges_CSIC_

Qué importa, si en este tiempo oscuro se quiere robarnos, también, los sueños que nos regalan el cine, el teatro, los libros, las iniciativas culturales.

Para completar este recorrido por la indecencia, al presidente le faltaba acudir a la procacidad. Y a ella recurrió para escupir las miserias de los demás y así justificar las suyas. Acusó a los que se le oponen de socavar la imagen de España y de tirar por tierra el prestigio ganado al anunciar una posible moción de censura. Eso no se hace, seamos patriotas. Amigos y ciudadanos, mejor calladitos, que perjudicamos nuestra imagen.

Pero qué imagen de España

Quizás a la que contribuye la monarquía representada por un rey medieval que en sus viajes de negocios reclama a otros monarcas medievales gestos generosos para sus súbditos que se concretan en indultos a pederestas convictos. Un rey caduco y anacrónico incapaz de reclamar el respeto a los derechos humanos al monarca amigo, al sátrapa que condena al pueblo saharaui a refugiarse en el infierno de la hammada argelina.

Eso es España, y esa su imagen proyectada, que no necesita polémicas internas para resultar tan penosa como lo es.

Pero faltaba hacer el resumen, poner el colofón. Y ahí estaba el portavoz popular, Alfonso Alonso, que lo hizo y a la vez, pareció reclamar su sobre-sueldo. Son asuntos de familia, vino a decir y las familias (políticas) no estamos para tirar cohetes, ¿verdad colegas?

En el polo opuesto de la indecencia están la moralidad y la delicadeza, que no aparecieron por ningún lugar a lo largo de la comparecencia, a pesar de los vanos intentos de los representantes de la Izquierda Plural y de otras fuerzas minoritarias.

Cuándo nos atreveremos no sólo a reclamarlas, sino a imponerlas. Cuándo.

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Formación y otros temas menores

Según la consideración de los medios de comunicación y al parecer de la opinión pública, el reciente y nuevo fracaso del diálogo social se ha hecho evidente con un gran desacuerdo y algunos pequeños acuerdos en relación con diversos temas menores, entre ellos la formación para el empleo.

Erlich

En este asunto intrascendente, sin demasiado interés al parecer, los sindicatos y la patronal están de acuerdo en que la formación es un factor determinante para el desarrollo social y económico, la competitividad de las empresas, el crecimiento del empleo y el desarrollo profesional y personal de los trabajadores. Coinciden, por lo tanto, en la necesidad de sostener e intensificar un modelo de formación para el empleo del que comparten su gestión y su gobierno con la Administración a lo largo de las dos últimas décadas (desde 1993) y que, según su propia valoración, presenta aspectos positivos y necesidades de mejora.

Este tema menor, el sistema de formación para el empleo, moviliza anualmente más de 3.000 millones de euros, una parte de ellos destinados a financiar la oferta formativa que llevan a cabo las propias organizaciones empresariales y sindicales.

En consecuencia, los empresarios y los sindicatos se comprometen a negociar en los próximos meses nuevos acuerdos que introduzcan mejoras en la calidad, la transparencia y la concurrencia del actual sistema y, mientras tanto, dejar las cosas como están, es decir, mantener la convocatoria de oferta a los trabajadores (cursos gratis) y el sistema de bonificaciones para las empresas.

Más allá de consideraciones políticas (mucho me temo que, una vez más, la gestión de los fondos de formación pueda convertirse en el bálsamo que calme la ansiedad que provoque la frustración por el fiasco del diálogo social), en mi opinión se deja pasar nuevamente una oportunidad para consolidar la cultura del aprendizaje permanente en las empresas y entre los trabajadores y hacer de ella un potente dispositivo con valor y utilidad reales a disposición de las personas y de los proyectos empresariales.

Es cierto que, a la vista del desinterés social o la indiferencia que provoca la formación y su importancia para el desarrollo de cualquier sociedad moderna, la consideración estratégica que de ella tienen empresarios y sindicatos justificaría su protagonismo e intervención en el modelo de gestión que se adopte. Sin embargo, la lectura de los ejes a través de los que los agentes sociales proponen reformar el sistema de formación para el empleo resulta desalentadora y retrotraen a planteamientos y posiciones de los años noventa del siglo pasado. De este modo, parecería que ni en lo social, en lo económico, en lo productivo, o en lo tecnológico nada ha cambiado. Tampoco en el modo de aprender ni en las metodologías para hacerlo.

A mi modo de ver se desaprovecha la oportunidad para establecer las bases de un modelo que libere el potencial transformador que encierra la formación, poniéndola a disposición de las empresas y de las personas y dotándola de valor real para  la innovación, la cultura emprendedora y el empleo. Se plantea un modelo que más pronto que tarde deberá ser objeto de una de esas reformas estructurales que tanto se reclaman y se anuncian.

La clave una vez más está en los recursos. Hoy más que nunca, mantener un sistema público de formación para el empleo depende de su gestión eficiente y, por lo tanto, de su rentabilidad social. Y eso sólo se consigue a través de su credibilidad.

#AgurETA, alegría y desconfianza

El jueves 20 de octubre muchos nos fuimos a dormir con un puntito de alegría contenida que no teníamos la noche anterior cuando nos metimos en la cama. Otros muchos lo hicieron con la sensación de  ese alivio que precede al  sosiego y a la tranquilidad que no habían sentido desde hace muchos, demasiados años. También hubo quienes cogieron la cama con desprecio y rencor, con los mismos que dan sentido cotidiano a su relato y que configuran los rasgos con los que han construido sus personajes. Finalmente muchos, quizás una inmensa mayoría, se acostaron como cualquier otro día:  con sentimientos íntimos de derrota o de esperanza, con el hastío de un rutina antigua o con el roce de su modesta felicidad secreta, irrelevante para los demás, seguramente. Ajenos a una realidad que no comparten.

Las portadas de la prensa de la mañana siguiente reflejaban algunos de estos estados de ánimo. No todos, claro. Los medios deciden qué interesa y qué es noticia desde sus propios intereses y consideraciones. En cualquier caso, con la perspectiva del tiempo las primeras páginas de los diarios alcanzan en algunas ocasiones categoría de iconos que capturan detalles y momentos con precisión y matices que no logran alcanzar las crónicas históricas.  Y quizás las portadas del día 20 de octubre pasen a tener un hueco en esa categoría.

Los días posteriores al anuncio de ETA del cese definitivo de su actividad armada, los medios han desplegado todos sus recursos para situar la noticia en su contexto: orígenes de ETA, trayectoria, atentados, víctimas, momentos relevantes de la lucha antiterrorista; análisis y encuestas. Ha habido de todo y muy interesante, porque los medios encuentran en circunstancias como ésta todo su sentido.

Me gustaron mucho el reportaje de Ángeles Afuera,  La historia de medio siglo de terrorismo, en la SER y el Salvados de Jordi Evole en La Sexta, #reiniciareuskadi, que hizo un despliegue de frescura, de agilidad y de honestidad informativa y profesional. En el programa de El follonero hubo momentos, imágenes y situaciones impagables, como el comentario de Eguiguren: para la economía y para todo, la paz es la inversión más rentable.

Forges, Fin de ETA

Con independencia de la alegría de unos, de la desconfianza de otros y de la indiferencia de algunos, el abandono de la lucha armada por parte de ETA supone  la construcción de un nuevo escenario que puede permitir resolver el conflicto, sea este el que sea, en términos políticos. A partir de ahora queda una tarea compleja, muy compleja. Es el momento del talento y de la generosidad: se trata de cerrar heridas, de restaurar la convivencia, de conducir las reivindicaciones y el debate por el espacio político e institucional.

No se puede olvidar que el terrorismo de ETA ha tenido y sigue teniendo una alta rentabilidad política para algunos, para los que necesitan de la amenaza y de la sangre para construir argumentos, para los que han sabido instrumentalizar los sentimientos más atávicos y primarios  en beneficio de sus posiciones y de sus intereses. Para éstos, el odio siempre es rentable.

En el centro de esos sentimientos se coloca a las víctimas, su recuerdo, su memoria; el perdón que se les debe como la clave para comenzar a superar las consecuencias más dramáticas del conflicto.

Sin embargo, puede entenderse que, ahora, el mayor tributo a las víctimas puede ser que el abandono de las armas por parte de ETA sea irreversible: la paz mejor que la victoria; la memoria siempre, porque conviene no olvidar, mantener viva la memoria de las víctimas para que el relato de lo vivido destaque la injusticia del destino, la inutilidad de su coste. De otro modo, las heridas no cierran nunca y tarde o temprano vuelven a supurar.

Lo pienso así ahora y lo pensaba ayer, y lo creo para cualquier circunstancia histórica. Por eso no deja de llamarme la atención que quienes con más violencia política y mediática colocan a las víctimas por delante de cualquier otra consideración, sean los mismos que desprecian la memoria de otras víctimas del terror abandonadas todavía en las cunetas, en fosas comunes, rechazando su dignidad, su reconocimiento y su reparación porque no son sus víctimas.

Si de verdad, honestamente, queremos avanzar en el entendimiento, en la tolerancia, en la convivencia, no podemos enterrar la memoria de las víctimas, de ninguna de las víctimas del terror que a lo largo de nuestra historia reciente han sido.

Algunas consecuencias de la JMJ2011

El mismo día que Benedicto XVI concluía su visita pastoral a Madrid con motivo de la Jornada Mundial de la Juventud, Arturo Fernández presidente de CEIM, de la Cámara de Comercio y vicepresidente de la CEOE, además de presidente del grupo empresarial Arturo Cantoblanco, a la sazón uno de los principales patrocinadores de la JMJ, adelantaba que los hoteles, el transporte y los comercios madrileños habrían obtenido unos 160 millones de euros de beneficios como consecuencia de su celebración. Además, este patrón de patrones madrileños ha señalado  que puede hablarse de la creación de más de 3.000 empleos directos y de, al menos, 7.000 indirectos.

Botín y RatoYa lo comentamos, era previsible que aún antes de la finalización de la fiesta del orgullo católico se presentaran con grandes titulares todo tipo de consecuencias positivas para la economía y para la sociedad española. En efecto, así está siendo.

Conviene recordar que, además de muchas de las principales empresas españolas, entre los patrocinadores de la JMJ figuran también algunos de los principales medios de comunicación escritos y audiovisuales de nuestro país, que se vienen dedicando a esta tarea desde hace algún tiempo. La estrategia de la manipulación no es nueva.

La organización de la JMJ ha tenido un importante componente comercial. Por eso y por toda la controversia de su financiación, los organizadores, los patrocinadores y los representantes de los empresarios madrileños (que, al fin y al cabo, son los mismos) se están apresurando con una inusual celeridad a hacer valoraciones en estos términos, destacando los resultados comerciales positivos que se han obtenido: cifras de negocio, creación de empleo, notoriedad de la marca España… Aunque parece que tardará algo más, esperamos también la presentación de los datos de retorno de la inversión de los patrocinadores.

Además de ese carácter comercial, la JMJ también ha respondido a planteamientos confesionales y políticos y cabe, por lo tanto, valorar sus efectos y resultados en estos ámbitos.

La iglesia católica ha demostrado su importante capacidad de influencia y de presión para contar con las facilidades necesarias para organizar un evento de estas características y movilizar a cientos de miles de sus fieles en torno a un mensaje de reafirmación y pertenencia que tiene como objetivo maquillar los graves problemas de imagen, de prestigio social y de vocaciones que la vienen acechando. La JMJ ha sido en este sentido una huida hacia delante, una llamada a la acción de los católicos para contener una situación cada vez más complicada.

En el terreno político, la JMJ y su parafernalia han puesto de manifiesto la indeleble alianza entre los poderosos y la iglesia católica. El poder financiero se ha puesto a disposición de la financiación del evento con fervor y entusiasmo inusitado. Por su parte, las altas instituciones del Estado y el gobierno han rebasado los requerimientos protocolarios de un estado aconfesional para manifestar su sumisión a la jerarquía católica. De algún modo, este evento ha sido la puesta en escena para el gobierno de las medidas que en los últimos años ha venido adoptando a favor de la iglesia católica: desde el incremento de su financiación vía presupuestos del Estado hasta la paralización de la tramitación de la Ley de libertad religiosa.

Por último, también pueden esperarse consecuencias en el ámbito social a corto y medio plazo.

Benedicto XVI ha advertido a los jóvenes católicos de que no es suficiente con ser creyentes, tienen que ser practicantes para fortalecer la institución de la iglesia. Y casarse y formar familias cristianas que acepten la voluntad divina, antes que rebelarse ante la injusticia y la desigualdad. Se reafirma de este modo que continuará sin ser necesaria ningún tipo de movilización para reclamar el apoyo electoral para las opciones políticas conservadoras y reaccionarias.

El discurso cínico de la iglesia presentándose como víctima de una persecución encabezada por la sociedad civil y el desprecio y la desconsideración intolerante hacia los valores que no sean los de la fe católica agrandan la brecha social entre católicos y laicos, entre quienes creen en la convivencia democrática y entre quienes pretenden la imposición de su manera de entender el mundo y la vida.

No se pierdan durante estos días las sabrosas informaciones que nos harán ver con claridad las diferencias entre unos y otros. Sabían que un gay genera en la fiesta del orgullo 15 veces más basura que un peregrino de la JMJ? Seguro que tampoco se esperaban que los beneficios de la JMJ compensarán las pérdidas ocasionadas por el 15M; pues así es, según la Comunidad de Madrid.

Así se escribe la historia (oficial)

El jueves 27 de mayo la Real Academia de la Historia presentaba en sociedad, ante los reyes y la ministra de cultura, Ángeles González Sinde, el primer y único diccionario biográfico español, que reúne 43.000 biografías de todos los españoles que son o han sido relevantes desde el siglo III a.c. hasta nuestros días.

Según afirmó el monarca en su intervención, el diccionario ‘se trata de una magnífica vía para acercar nuestros jóvenes a sus propias raíces’.

El diario Público hizo el trabajo que les corresponde a los medios en las sociedades democráticas de un modo ejemplar y, al día siguiente, desveló que no era oro todo lo que relucía. Más allá de lo anecdótico en lo que se entretuvieron los medios (3.500 euracos el coste de la obra, 50 volúmenes, 5.500 autores y no sé cuantos miles de páginas) revisó el contenido de la obra para denunciar que la historia oficial de la academía reflejada en el diccionario biográfico poco o nada tiene que ver con la historia real que hemos vivido el resto de ciudadanos. Como botón de muestra la biografía de Franco, pero también muchas otras realizadas desde criterios de afinidad en muchos casos, de proximidad en otros, de compromiso en algunos. Todas ellas sesgadas ideológicamente, hagiográficas las de su peña. En definitiva, lejos del rigor y del método que se le supone a cualquier actividad o disciplina científica.

Fascistas_Franco_HitlerLa obra es el resultado de 12 años de trabajo a la que se han dedicado  importantes recursos económicos contando con 6,4 millones de euros de subvenciones a través de las ayudas del Ministerio de Cultura. Es decir, dinero de todos los ciudadanos y ciudadanas que ha servido para avalar una visión de la historia que, en algunos casos, parece  justificar la intolerancia, el dogmatismo y la represión cuando no la barbarie. Una versión franquista y nacionalcatólica que merece formar parte de una historia universal de la infamia.

De toda esta  historia disparatada, en mi opinión, conviene destacar tres asuntos:

1. Cómo se justifican las subvenciones para este tipo de proyectos

Por lo visto, al peso. Sin el menor control de la calidad del trabajo. No se entiende que con el dinero de todos los contribuyentes se pueda financiar trabajos cuyos contenidos no sólo resulten socialmente controvertidos, sino que su metodología sea fácilmente cuestionable o sean contrarios a los valores y principios esenciales de la convivencia e, incluso, del sentido común.

2. La función y el papel social de academias y otras  altas instituciones de diverso tipo que viven al amparo del estado
La Real Academia de la Historia (RAH) es una de esas altas instituciones que ocupan casas señoriales o palacetes en la zona céntrica de la capital y de las que no suelen saberse grandes cosas. Está integrada fundamentalmente por hombres (sí, casi solo hombres) próceres de edad probecta y, se supone, de méritos académicos o científicos contrastables. Sin embargo, poco sabemos de sus actividades y, sobre todo, de su utilidad para la sociedad que la sostiene.

Pero, por lo que hemos podido saber estos días, por su composición y por sus modos de hacer, la RAH huele a rancio. Vive al margen de la sociedad española. Lejos de contribuir a la construcción de un relato histórico que se acerque a la verdad objetiva de los hechos y que no privilegie ninguna versión de los mismos ha elegido registrar en la principal iniciativa que ha llevado a cabo la versión franquista de la historia más reciente.

Mucho me temo que la RAH sea un botón de muestra del carácter de las grandes instituciones, academias y consejos que viven al al amparo del estado, de espaldas a la sociedad y ancladas en el pasado. Anacrónicas, endogámicas,  intocables sus laureados miembros. Opacas, incapaces de comunicar porque no tienen qué. Casi en su totalidad, lejos aún del siglo XXI.

3. Hay una historia oficial y una historia real

La historia oficial es la que escriben las academias y sus académicos, los historiadores insitucionales y oficiales, la que nos colocan en los manuales de historia y en los libros de texto.

Por eso siempre hay una cara  b de esta historia (gracias Juanjo @Bomarzo): la historia real . La historia real se escribe en las calles cada día, en las plazas,  en los portales, en la vida de las personas anónimas; se escribe en minúsculas, sin letra de molde. Una historia que registran modestos investigadores, historiadores, profesores universitarios que están al margen de la historia oficial, que hacen su tarea con honestidad y cuyos trabajos están condenados a la invisibilidad de ediciones menores.

En la historia oficial están los académicos, los especialistas institucionales que se entretienen en sus debates teóricos y semánticos para diluir la historia real ¿Franco era totalitario o autoritario?

La historia real se desarrolla en las desigualdades sociales, en la discriminación, en las costuras de una sociedad injusta. Está en el dolor y en la miseria, en los anhelos de los hombres y las mujeres sencillas. La historia real, seguramente, se puede rastrear en la Wikipedia.

La historia real está en las víctimas de la historia oficial.

Ya pueden imaginar cómo estarán registrando los historiadores oficiales el movimento del 15-M, la #spanishrevolution.

Quizás los historiadores oficiales, los académicos sepan todo esto, pero también saben que la historia oficial es una buena inversión para ellos y los suyos. Al fin y al cabo, escribiendo de ese modo la historia lograron acomodarse en sus poltronas.

22-M Después de todo ¿qué ha cambiado?

Ya tenemos nuevo panorama político tras los resultados electorales del 22-M. Un nuevo escenario que nos coloca en la línea de salida de las próximas elecciones generales. Un mapa político esquizofrénico configurado por un gobierno central de un color y un poder autonómico de otro.

Son múltiples las interpretaciones en clave política de estos resultados -reveladoras, lúcidas cuando no peculiares en muchos casos- que no dejan de ofrecernos los medios de comunicación.

Sin embargo, me resultan más interesantes las valoraciones y los análisis que en los últimos días se han compartido sobre las estrategias electorales y de comunicación que han seguido los grandes partidos políticos. También, los modelos propuestos para interpretar los resultados electorales desde otras perspectivas. Finalmente, los ejercicios y las reflexiones para determinar si el nuevo entorno que configuran los medios sociales pueden condicionar de algún modo las relaciones entre la política y la ciudadanía.

A través de estas perspectivas podemos procurar obtener algunas pistas que nos permitan acercarnos a la situación política, social y comunicativa que se configura después de los resultados electorales y determinar, si acaso, como propongo en el título de esta entrada, si algo ha cambiado.

Sobre las estrategias políticas y de comunicación que en las elecciones han seguido los dos grandes partidos, el triunfador y el derrotado finalmente, el artículo de Antonio Nuñez publicado por El País resulta bastante clarificador. Mientras que el Partido Popular ha mantenido su estrategia de principio a fin, el PSOE ha abandonado su planteamiento inicial de campaña -clave local, pefil bajo en las presencias de su líder- renunciado a su estrategia inicial y dejandose llevar, una vez más, por los temas y propuestas que las circunstancias políticas, marcadas por su oponente, han ido surgiendo a lo largo de la campaña. En definitiva, el partido socialista no ha sabido mantner su estrategia por lo que sus mensajes han sido percibidos como débiles y sus actuaciones han resultado erráticas.

También Juan Freire aporta una reflexión interesante sobre el desarrollo de la campaña, el movimiento #15M y la confusión en la utilización de los medios sociales por unos y por otros.

Las interpretaciones en clave política de los resultados electorales son inevitables en estos días. Son casi un lugar común y las hay, lógicamente, de todos los gustos y sabores. Más infrecuente es encontrar un análisis tan original como el que propone Ismael Peña-López en su blog, una interpretación cercana a lo sociológico. El panorama, según este modelo, estaría cofigurado en torno a dos ejes, por un lado el modo de entender la acción política, por el otro el grado de información de los ciudadanos-electores. Más que recomendable.

Por su parte, Irene Lozano se preguntaba también en El País quién administra la indignación.

A mi modo de ver, se trata de un movimiento generacional que alcanza principalmente a quienes nacieron a partir de los años ochenta. Unas generaciones que han crecido en la sociedad del bienestar, que se han educado en un clima de permisividad ajena a los prejuicios y sombras de otras generaciones, pero que también han mamado todas las contradicciones de un sistema que ha oscilado entre la opulencia y  la precariedad, asistiendo a todo ello desde la distancia  y el descreimiento.

La identificación y las simpatías que ha generado, al menos aparentemente, este movimiento tienen que ver con la espontaneidad de sus actuaciones, con el idealismo de sus propuestas, con su capacidad organizativa ajena a las jerarquizaciones y, sobre todo, por la utilización de dos de los principios de la cultura de la web social: la inteligencia colectiva y la arquitectura de la participación.

Quizás por ello los efectos del movimiento sobre la realidad política puedan considerarse insignificantes o, al menos, poco relevantes a pesar del llamdo voto del inconformismo. Lo digo porque, efectivamente, parece haber diferentes planos entre lo que se podría entender como un ejercicio responsable de la ciudadanía y la realidad política, cristalizando en la aceptación de una forma de representación dual de la sociedad: los favorecidos y sus burocracias por un lado, y los social y económicamente desfavorecidos por el otro.

Por eso me ha interesado el post de Jose Luis Rodriguez en  #TcBlog, que sitúa estos movimientos surgidos en los medios sociales en el ámbito de la ciudadanía digital y que los valora y contextualiza en el marco de su deseable maduración para avanzar hacia la  democracia,  2.0 claro.

Ha cambiado algo, entonces? Pues seguramente, sí.

Quizás haya cambiado la frivolidad por parte de las formaciones políticas en la adopción de formas de comunicación que les resultan ajenas y cuya apropiación formal no sólo no ofrece resultados sino que, al contrario, pueden ser contraproducente.

Ha cambiado posiblemente la mirada de muchos ciudadanos hacia la consistencia de las propuestas programáticas de los partidos y, sobre todo, de sus actuaciones y de su acción política y sus consecuencias en los resultados electorales. Los electores, los votantes, parten de posiciones preconcebidas construidas a lo largo del período previos a las citas electorales.

Finalmente, ha cambiado de algún modo la manera de entender el activismo ciudadano emergiendo nuevas formas de movilización y de sintonía con la sociedad que, con independencia de su efectividad inmediata, puede constituir un germen esperanzador para las generaciones que lo están protagonizando.