Son las emociones ¡Estúpido!

A pesar de lo que se está haciendo esperar la llegada generalizada del buen tiempo, determinadas campañas publicitarias siguen siendo fieles a su cita pre-veraniega. Ya sabemos cuándo llega la primavera… La poderosa Industria de la conciencia reclama una vez más su sitio, y no sólo en nuestras pantallas.

Esta temporada, frente a los ya tradicionales anuncios de las principales marcas de cerveza, Coca-Cola se ha colado con su amable y sugestivo Benditos Bares en pantallas, vallas, redes sociales y demás soportes publicitarios proponiendo incluso fiestas y celebraciones y re-interpretando el santoral católico. Nos gustan los bares, sí, Coca-Cola lo sabe como nosotros sabemos que lo mejor de los bares es su gente.

Pero, como las bicicletas, las cervezas son para el verano, ese tiempo de la felicidad y de nostalgias que no dejamos de empeñarnos en recuperar.

Estrella Damm continúa con su serie Mediterránea de relatos idílicos que tan bien funcionan en este tiempo; este verano con su anuncio ‘Todo depende del cómo y el cómo sólo depende de ti.

San Miguel da continuidad a su mensaje globalizador con su Cerveza de un lugar llamado mundo, con un nuevo anuncio buenrrollista, Ciudadano de un lugar llamado mundo. Y Cruz Campo se convierte en orgulloso patrocinador de la selección esquinando el sugerente No pierdas el Sur.

Mahou, por su parte, descarta estas estrategias de estacionalización  y  desarrolla su presencia de modo continuado durante todo el año apoyándose en mensajes oportunos y patrocinios futbolísticos siempre eficaces si se trata de cerveza.

El consumo renquea, pero las grandes marcas necesitan poco más que mantener su presencia publicitaria; las marcas bien asentadas en el mercado no necesitan una argumentación más o menos compleja para seguir vendiéndose. Basta con que estén ahí, a la vista de todos. Al fin y al cabo, más que ventas las marcas persiguen formar parte del tejido cultural de una sociedad que, en definitiva,  es lo que constituirá su éxito.

Todos estos anuncios y sus mensajes se dirigen directamente a los sentimientos y a las emociones, ponen su foco en las personas (generalmente jóvenes y atractivas y si no, entrañables) y construyen historias entretenidas que llaman la atención, gustan y divierten: la publicidad fascina gracias a su poder simplificador.

Modos de vida y sus representaciones alejados de la realidad más áspera que nos acosa; la publicidad define quiénes son los triunfadores y los anuncios las formas de la felicidad.

‘Lo inocente, lo inocuo de la publicidad es que quiera vendernos mercancías; lo imprudente, lo perverso, es que para ello enmascara la realidad, esconde las contradicciones de nuestra sociedad’.

Parece que ésta es la publicidad que funciona,  la publicidad que mueve a la gente

También en otros ámbitos esto es así. Ya sabemos que los sentimientos y las emociones suelen conformar de algún modo las intenciones de voto en las diferentes citas electorales, por ejemplo.

Nada mejor que un gran y bonito anuncio

Echar un vistazo a las últimas campañas publicitarias de las entidades financieras desvela igualmente un intento, quizás desesperado, por sumarse a ese tono de la comunicación.  Intentos arriesgados, como las mentiras, que rozan la impostura e incluso corren el riesgo de socavar, aún más si cabe, la credibilidad del anunciante.

Quien primero se atrevió fue Bankia, con su campaña Empecemos por los principios. Un ejercicio de cinismo con un coste importante en euros que sumado a su campaña de branding consecuencia de su salida a bolsa, ha supuesto un gasto impúdico que contrasta con la mezquindad de su política de desahucios, clausulas suelos y colocación de preferentes. Costes estos últimos mucho más importantes en reputación e imagen que parece que no se tienen en cuenta, a pesar de que, seguramente, a sus gestores y altos ejecutivos se les llene la boca de ROI cuando intervienen en sus másteres y disertan en espacios de Networking.

Otras entidades afectadas por el tsunami bancario siguieron la estela, como CaixaBank, que con mucha intención nos cuenta que ‘No sólo somos un banco, somos Caixa Bank’, -curiosa marca comercial ésta que parece apelar a aquella máxima de la era de la mundialización donde se proponía pensar en local y actual en global-. Veremos si el Bank conserva el alma de La Caixa. 

Mientras tanto, Santander y BBVA, más al resguardo del temporal, han continuado con potentes estrategias de comunicación que pivotan entre la publicidad, el patrocinio y la responsabilidad social.

Pero, la campaña del Fondo de Recate de Ordenación Bancaria (FROB) es el ejemplo más indecente que ilustra estas estrategias.

Frob

Una campaña costeada con fondos públicos, disparatada e insultante para la ciudadanía. Un mensaje en la que se da por bueno el rescate bancario y se anuncia que todo vuelve a empezar como si no hubiera pasado nada.

 

La publicidad institucional del FROB, del gobierno en definitiva, difundida con  intensidad en medios y soportes pretende contribuir a la creación de ese clima de opinión optimista que desde todas las instancias de poder se busca instalar de aquí a las próximas citas electorales dejando atrás, al fin, las encomiendas a la virgen del Rocío.

El disfraz del Patrocinio

La pérdida de eficacia de la publicidad convencional, el hartazgo que en ocasiones provoca, ha venido ensanchando el espacio de otras formas de comunicación comercial no lastradas por la imagen peyorativa de la publicidad, entre otras el patrocinio y el mecenazgo, que no sólo comunican sino que lo hacen de un modo positivo.

Se trata de formas interesantes de comunicación empresarial que trabajan con las emociones de las personas procurando asociaciones positivas de la marca con los eventos o las actuaciones patrocinadas y que suelen presentar beneficios tangibles e intangibles para patrocinador y patrocinado.

Sin embargo, en muchos casos de forma lamentable, estas actuaciones no dejan de pervertirse. Así, de este modo, TVE sigue sorteando la imposibilidad de emitir publicidad comercial, trastocando las razones del patrocinio a través de una de sus modalidades, el patrocinio cultural. Cualquier espacio vale para buscar un patrocinador que irrumpa con intencionalidad claramente comercial en la programación.

De esta manera, se destroza una de las principales ventajas del patrocinio: su vocación no intrusiva, su mensaje amable acomodado en el discurrir del relato que propone el evento o la actuación a la que apoya. 

Pero no nos detendremos, ahora, en tratar de desvelar hacía dónde lleva este camino en los medios públicos.

Contrastan estas soluciones perversas con el inacabable descenso de la inversión publicitaria en medios convencionales y no convencionales y con las telarañas que deben estar saliéndole a otro de los nonnatos proyectos estrellas de este gobierno de España: la Ley de Mecenazgo.

[Curiosamente, en estos días, el gobierno andaluz anuncia un anteproyecto de Ley de Mecenazgo con incentivos interesantes al consumo cultural de la ciudadanía y con medidas que pretenden promover el espíritu patrocinador en las Pymes. Habrá que estar atentos].

Mientras tanto, el consumo en ocio y cultura y las Industrias culturales siguen cayendo en picado y, a pesar de la responsabilidad en su desmantelamiento y de su infame destrozo de la enseñanza pública, al gobierno sólo se le ocurre preparar una campaña mediática para salvar al soldado Wert. Ver para creer.

 P.S.

Ya publicada esta entrada, me asalta un nuevo anuncio de cervezas. Mahou se apunta también a las campañas de verano: bares (de Madrid), optimismo, chicos y chicas, amistad, buenos momentos… De este modo, con la campaña #QUÉBIENSABESER UNO MISMO, Mahou se incorpora al circo. Bienvenida.

Toca rectificar, por lo tanto. Aquí pueden ver una de las piezas de la campaña

Fragilidad

.. Y que, en las noches amargas,

todo humano amor te guarde

(W.H.Auden)

...y volar de @isbelcc
...y volar de @isbelcc

La fragilidad no se lleva, no está bien vista fuera de la consulta de los psicoterapeutas. No gusta sentirse vulnerable, indefenso, fácil de herir y aún menos que los demás así nos sepan. No son tiempos para mostrarse frágil, para la debilidad, la languidez, la nostalgia, la melancolía, el desestimiento o la tristeza.

Cuando la realidad se conjura para acorralarnos nos impone negociar la distancia con nosotros mismos. Y no es fácil. Las exigencias para que seamos solventes en todos los sentidos son múltiples: se nos exige rotundidad y entereza para afrontar las circunstancias adversas, fortaleza para seguir adelante aceptando que las renuncias son necesarias, que lo dejado en el tránsito quizás fuera inmerecido. Se nos pide re-inventarnos, emprender, ser productivos, eficientes, entusiastas, merecedores de amar y ser amados; descubrir otros contextos, ser infalibles ante nuestro propio destino laboral y personal.

A veces, incluso, se nos impone el temor y la desconfianza, la urgencia y la prioridad de sobrevivir aunque sea a costa de todo y de todos. Este es un tiempo de miedos y la promiscuidad del miedo es nuestro sentimiento más atávico.

Se desvela entonces toda nuestra vulnerabilidad y se nos proponen recetas y rutinas para enmascararla y también, a veces, para reconocerla y manejarla como un sentimiento positivo.

Porque la fragilidad invita a la ternura, a dejarse llevar por los sentimientos, a perseguir sueños imposibles, a dar entidad a las emociones, a orillar la arrogancia. A los hombres nos aproxima a un universo femenino que nos resulta extraño y envidiable a la vez. Y a ellas quizás les haga más ellas, más mujeres. No sé.

Sentirse vulnerable, quizás, también aleje de la ambición del poder, de esa frialdad para ejercer el mando que todavía se reclama. De querer sentirnos poderosos en todos los ámbitos, incluso en el amor.

A veces actitud, también territorio de la duda; escenario de incertidumbres cuando el amor nos arrasa y atraviesa como una torrentera de sentimientos y de carne, como un abismo de lluvias y temores que emerge nuestra identidad primera desvestida de gestos y caretas para desvelar la imposible simetría del amor. Al fin y al cabo, en el discreto teatro de la intimidad no hay más que la verdad desnuda y la fiesta interminable del cuerpo a cuerpo.

Elliot Erwitt
Elliot Erwitt

Convendría ser honestos, conscientes de nuestra debilidad y de nuestras limitaciones para dejarnos mecer por los impulsos de las emociones y renunciar a batallas estériles. Reconocer nuestra fragilidad debería hacernos fuertes para sabernos únicos pero, a la vez, parte de los otros; minúsculos sí, pero piezas de un sueño invisible.

Porque sentirse frágil es, en ocasiones, como disfrutar del sol en las mañanas de invierno.

Las imágenes de esta entrada son de Isabel Cáceres y de Elliott Erwitt

Las emociones y los sentimientos, claves en nuestras decisiones de voto

Adela Cortina publicaba  un interesante artículo en El País que me ha hecho recuperar el tema electoral, ya en retirada, ya casi digerido. Ahora toca el pasteleo, los acuerdos imposibles, las contradicciones con lo mantenido durante la campaña, en muchos casos. Como comenté, ya estamos nuevamente en precampaña.

Pero, vale la pena volver la vista atrás a los resultados electorales porque, desde luego, no es sencillo explicar por qué los electores eligen entre votar y no votar, entre unas y otras opciones con independencia de toda la información objetiva que tienen a su disposición. Sabiendo, en mucho casos, que los candidatos a los que votan están imputados por diversos delitos, han utilizado su cargo en su propio beneficio o su comportamiento y actuaciones ha dejado mucho que desear. O lo hacen en blanco o depositan un voto nulo.

Mantiene Cortina que la racionalidad en este asunto, y en tantos otros creo yo, es una rara avis. Y se refiere a la neuropolítica para encontrar alguna explicación. La neuropolítica es una disciplina preocupada por descubrir cómo funciona el cerebro de los ciudadanos, sobre todo de los ciudadanos como electores.

No pienses en un elefanteHablar de neuropolítica y de los investigadores del ramo es hacerlo de neurolingüística y de Georges Lakoff, cuyo libro ‘No pienses en un elefante’ tanta fortuna tuvo en ámbitos académicos y políticos progresistas o así de  nuestro país. Lakoff ha formado parte, incluso, del grupo de sabios con el que ha contado en ocasiones el presidente Zapatero para definir sus políticas y comunicarlas. Al parecer, de la mano de estos guruses, los respectivos thinks thanks (FAES, IDEAS) determinan las claves de la acción política, las estrategias y señalan los mensajes que deben apuntar a determinadas emociones y sentimientos de los electores.

Esto permitiría explicar la simplicidad de los mensajes publicitarios que el Partido Popular ha utilizado en su campaña: ‘menos impuestos, menos paro’, por ejemplo. También, el esfuerzo del PSOE y de sus estrategas modificando su planteamiento inicial para, finalmente, optar por jugar la partida que proponían los populares e intentar cambiar el marco de referencia: es el estado del bienestar lo que está en juego.

En clave más ideológica, también hay otras explicaciones que no dejan de ser  interesantes, como las que se recogen en Resumiendo textos

Jornada electoral

En cualquier caso, los populares han impuesto su marco porque no lo han improvisado. Lo vienen proponiendo y comunicando insistentemente en los últimos años: con ellos se creaba empleo, con ellos la economía crecía, ellos son como dios manda: sensatos, responsables, patriotas, gente normal. Es jugar a favor, claro. Es una estrategia tramposa, pero es una apuesta ganadora, también.

Vean, si no, la puesta en escena del candidato Rajoy en su primera rueda de prensa en lo que va de año, en la que desgranó los principios programáticos de sus gobiernos autonómicos, anticipando de algún modo su  programa de gobierno. Tres ejes: empleo, austeridad y transparencia. Mensajes claros, sencillos y comprensibles para la gente normal.

Lo mismo da que ninguno de los gobiernos del PP que ostentan el poder desde hace muchos años estén siguiendo estos criterios, ni llevándolos a la práctica, más bien al contrario en muchos casos. Pero el marco es ese. Y con tenacidad será impuesto en los próximos meses en la mente de los consumidores electorales utilizando fundamentalmente para ello los grandes medios de comunicación, y en especial los afines. Porque en los pequeños medios, en los medios sociales, antes se pilla a un mentiroso que a un cojo.

Al candidato del PSOE todavía lo están cocinando. Veremos.

Por eso, con estos mimbres no creo que sea factible en mucho tiempo poder hablar de política 2.0.