El placer de las lectoras

Any detesta encontrarse a alguien conocido en el bus que le lleva cada mañana a la oficina. Siempre va leyendo y le incordia que la fastidien ese tiempo en el que no solo no puede haber nada mejor que hacer sino que, además, le permite enredarse durante un buen rato en otros mundos, vidas y personajes que la absorben y la ayudan a tolerar con dignidad la mañana tediosa que le aguarda.

Me gustan las lectoras tanto como me gustan las sorpresas.

Lectoras de película. Melanie Laurent en Malditos bastardos

Por mi querencia por los libros siempre me interesaron las mujeres que leen y, sobre todo, me interesó lo que leen. Tengo en el recuerdo guardadas con mimo primeras conversaciones provocadas por un libro llevado bajo el brazo, sacado de un bolso, o leído con parsimonia en el asiento de al lado. Conversaciones que se quedaron ahí o que se sucedieron despertando la curiosidad y el interés por la lectora: si está leyendo Bajo el Volcán, esa mujer, de algún modo, puede reconocer y saborear, incluso, el rumor de la desmesura, del exceso, del riesgo de transitar por cualquiera de los límites que se dibujan con la complicidad de la literatura.

Nacen amistades compartiendo el gusto por los libros, también por la música, por el cine. Se viven pasiones, a veces. Porque el arte es una promesa que nos ayuda a dar sentido a la realidad, a hacerla más comprensible y nos invita, a la vez, a transgredirla.

Siempre me fascinaron las lectoras, sus lecturas y sus libros; sus gestos, su actitud entregada o distraída, sus dedos enredados en papel amigo más que en líquida pantalla. Y nunca han dejado de hacerlo con independencia de mi obsesión lectora.

Mujer leyendo es la fotografía de un momento, de un instante, un retrato de la entrega a la lectura; la expresión de un intenso deseo que comparto con Andrés Neuman:

…| Quién pudiera de ti recibir esos ojos

con el mismo deseo, con idéntica hondura.

Eres lo que hace falta. Belleza meditando.

Carne con su temblor y su sintaxis.…|

Afortunadamente, las mujeres leen más y quizás con distinta intención que los lectores. Con menos trascendencia, creo yo, pero con la espontaneidad, la naturalidad y la soltura con la que hacen tantas otras cosas. No es extraño por eso que sean mujeres las que más leen en los buses, en los parques, en las salas de espera o en el metro dando cierto aire de carnalidad a sus vagones.

Entiendo  por qué leen más las mujeres si como dice Leila Guerriero, los libros son una forma de decir no me confundan. Ésta soy yo. En estas cosas creo. Ésta es mi patria. Si comparto con Vila-Matas que el viaje de la lectura pasa muchas veces por terrenos difíciles que exigen tolerancia, espíritu libre, capacidad de emoción inteligente, deseos de comprender al otro. Si acepto, como cuenta García Montero, que el acto de leer delimita un espacio propio, un reino singular de soledad y absoluta pertenencia.

Si admito que leer es como besar,  lo entiendo todavía mucho mejor.

Escribir es un pálpito, es impulso, es pasión y aventura. Leer, entonces, es puro placer, un ejercicio de soledad compartida, una forma de rebelión y de independencia con la voluntad de cambiar el mundo,  porque la literatura habla un lenguaje distinto, no opresor, muy diferente al resto de los lenguajes perversos que nos esclavizan con sus tiranías cotidianas.  Una elección sin retorno: sin lector, sin lectura, sin entrega, el libro calla y habita una suerte de inexistencia.

Mujeres que leen, mujeres que duermen. Jot Down Magazine

Leo por placer, contemplo a quienes leen con placer e imagino el placer de sus lecturas.  Quizás tenga razón Manguel y al fin y al cabo, todos somos un lector único, en medio de otros que comparten nuestra misteriosa devoción.

No solo por esto, las mujeres que leen me resulten  sexys. No debería extrañar: leer es un festín de los sentidos y el gusto por la lectura y por los libros es un destello de inteligencia. Todo sumamente erótico. Nada es casual.

En este tiempo mezquino de gobernantes miserables , la cultura, como la educación, es tratada con desdén y abierta hostilidad. Por algo será. No se quieren espíritus libres ni ciudadanos con capacidad crítica que puedan cuestionar con la palabra y con sus actos este sinsentido. Si acaso se pretende que se espere, en silencio, la llegada del mecenas.

Por eso conviene reclamar la emoción de la lectura como un sentimiento colectivo en estos tiempos propicios para el egoísmo y la insolidaridad. Y la pasión por las lectoras como una espita que ilumine la esperanza de una vida más amable y con sentido; una vida mejor. De su mano. De la de ellas. Porque el futuro tiene que ser mujer, sin dudas.

Esta entrada está dedicada a todas las lectoras:  obsesivas, indolentes, inconstantes, desmedidas, apasionadas, discretas… Especialmente a Sara G. reciente nueva lectora a la que adoro.

Autor: Cosasmías_Blog de josegll

Por aquí sigo, de momento.

4 opiniones en “El placer de las lectoras”

  1. Mujeres que leen, mujeres que escriben. Hombres que hacen lo propio. La erótica de la palabra, supongo. O de la inteligencia, con su siempre desmedida, libidinosa y casi lasciva belleza…

    Me encantó el post, toda una delicia «leerlo».

  2. Es un relato tan, tan personal, que poco se puede aportar.
    Pero aún así, una duda en esta parte: “Afortunadamente, las mujeres leen más y quizás con distinta intención que los lectores. Con menos trascendencia, creo yo, pero con la espontaneidad, la naturalidad y la soltura…” La duda se refiere a lo de “afortunadamente”, “distinta intención” y “menos trascendencia”…

    Como no podía ser menos, me quedo con lo de “la promesa que ayuda a dar sentido” y con lo del “espacio propio y el reino singular”.

    Y fíjate que al terminar me asaltó una conexión que me llevó a este libro ;))

    1. Gracias por el comentario, Isabel.

      Aunque no he leído Las mujeres que leen…, y no lo tenía en la cabeza, después de acabar el post también apareció por ahí en algún comentario. Y la verdad, es que no me extraña: las referencias y muchos de los enlaces son primos hermanos de esa intuición, de esas sensaciones y de ese placer.

      Afortunadamente para mi, las mujeres que leéis sois muchas más, y son más las oportunidades y las situaciones que me permiten disfrutar de ese sentimiento. Quizás, la referencia a distintas intenciones lectoras resulte atrevida, arriesgada incluso, pero no me cabe duda de que las mujeres abordáis las situaciones, las tareas, los compromisos con una actitud diferente, ‘menos trascendentes’ porque suele estar despojada de las pretensiones que, en muchas ocasiones, parece que nos ocupan a los hombres. No sé. Podemos seguir comentándolo.

      Una vez más, gracias por tu visita. Siempre es placentero leerte.

      Un abrazo,

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