Salvar los medios de comunicación: una propuesta atrevida

Para la autora, es necesario repensar el modelo económico de los medios de comunicación porque a pesar de ser un bien público, la información no puede ser producida directamente por el Estado, al igual que otros muchos bienes culturales. Por lo tanto, es preciso avanzar hacia un modelo como el de otras industrias culturales que permita superar la ley del mercado y del beneficio y, a la vez, escapar al control del Estado. De este modo, la información sería considerada como un bien público, un pilar de la participación política y de la democracia.
La función social de los medios de comunicación conlleva que la profesión periodística ocupe un papel fundamental como mediadora entre los hechos y la sociedad dado que la actividad informativa debe velar por el derecho universal que tienen los sujetos a una información veraz, completa y objetiva.

En este conciso pero provocador trabajo, Julia Cagé, profesora del Instituto de Estudios Políticos de París, no sólo elabora una innovadora propuesta de modelo de negocio para los medios de comunicación. Va más allá, al proyectarlo hacia la democracia y la economía en crisis repensando la propiedad privada y la posibilidad de una superación democrática del capitalismo. La discusión sobre los modelos de financiación de la prensa en el entorno digital es un debate recurrente en el terreno académico y profesional.  Para Julia Cagé, el modelo de financiación de la prensa en la era digital pasa por la creación de entidades sin ánimo de lucro para sostenerla. Para llegar a la formulación de esa propuesta, Cagé realiza una invitación a reflexionar sobre cómo nos informamos en la era de Google y del uso que hacemos de los medios de comunicación, a través de un diagnóstico preciso de la situación que permite comprender mejor quién produce la información, cómo se difunde y quién la consume.  

Para la autora, es necesario repensar el modelo económico de los medios de comunicación porque a pesar de ser un bien público, la información no puede ser producida directamente por el Estado, al igual que otros muchos bienes culturales. Por lo tanto, es preciso avanzar hacia un modelo como el de otras industrias culturales que permita superar la ley del mercado y del beneficio y, a la vez, escapar al control del Estado. De este modo, la información sería considerada como un bien público, un pilar de la participación política y de la democracia. La función social de los medios de comunicación conlleva que la profesión periodística ocupe un papel fundamental como mediadora entre los hechos y la sociedad dado que la actividad informativa debe velar por el derecho universal que tienen los sujetos a una información veraz, completa y objetiva. El análisis de la joven economista francesa consigue que nos replanteemos la posición de los medios de comunicación frente al control del poder económico y la publicidad para conseguir un equilibrio en el que su principal objetivo sea prestar un servicio de interés público.

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La Conjura de los Medios

De Alberto Garzón sabemos poco de su esfera privada. Si acaso que es una persona joven y preparada. Un candidato interesante. Uno de los mejor valorados por los ciudadanos, en la calle, por la gente de a pié. Sin embargo, sí que sabemos que viene de lejos y que reclama una nueva constitución, un proceso constituyente desde abajo protagonizado por la ciudadanía, fruto del consenso ciudadano y no de las élites. Quizás por eso no sea de extrañar el ostracismo al que le condenan las grandes corporaciones mediáticas. Es el precio por ser de izquierdas. Es el castigo por querer un nuevo país en el que el poder no siga estando en las mismas manos, en las de los siempre poderosos.

Estamos inmersos, una vez más, en una nueva campaña electoral y asistimos, por lo tanto, a uno de los espectáculos más deplorables de la política entendida como un mero mercadeo en el que todo vale –incluso la indecencia– por un puñado de votos. En este escenario, los medios de comunicación tienen un papel determinante. Son los responsables de organizar el espectáculo como si de un festival se tratase: nuevos formatos televisivos, debates telemáticos, entrevistas íntimas… Pero no todos los candidatos son los elegidos. Los medios deciden y proponen a quiénes hay que votar y, sobre todo, a quiénes no. Esta circunstancia no es nueva, pero en esta campaña mediática resulta especialmente llamativa la exclusión que, sobre todo, los grandes medios de comunicación han decidido sobre el candidato de Unidad Popular–Izquierda Unida, Alberto Garzón.

rajoy-bertin-mejillonesLos medios de comunicación son empresas informativas, empresas privadas. Cada vez más empresas y, desafortunadamente, menos informativas. Su finalidad, como la de cualquier otro negocio, es la obtención de beneficios y su maximización. Hasta no hace demasiado tiempo esa lógica empresarial tenía un importante matiz: los medios además, por definición, debían cumplir una función social: la de informar. Ya no es así. La profesión periodística ha sido arrasada en aras del negocio. Al fin y al cabo, los medios son uno de los pilares centrales de la preservación del sistema.

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Algunas consecuencias de la JMJ2011

El mismo día que Benedicto XVI concluía su visita pastoral a Madrid con motivo de la Jornada Mundial de la Juventud, Arturo Fernández presidente de CEIM, de la Cámara de Comercio y vicepresidente de la CEOE, además de presidente del grupo empresarial Arturo Cantoblanco, a la sazón uno de los principales patrocinadores de la JMJ, adelantaba que los hoteles, el transporte y los comercios madrileños habrían obtenido unos 160 millones de euros de beneficios como consecuencia de su celebración. Además, este patrón de patrones madrileños ha señalado  que puede hablarse de la creación de más de 3.000 empleos directos y de, al menos, 7.000 indirectos.

Botín y RatoYa lo comentamos, era previsible que aún antes de la finalización de la fiesta del orgullo católico se presentaran con grandes titulares todo tipo de consecuencias positivas para la economía y para la sociedad española. En efecto, así está siendo.

Conviene recordar que, además de muchas de las principales empresas españolas, entre los patrocinadores de la JMJ figuran también algunos de los principales medios de comunicación escritos y audiovisuales de nuestro país, que se vienen dedicando a esta tarea desde hace algún tiempo. La estrategia de la manipulación no es nueva.

La organización de la JMJ ha tenido un importante componente comercial. Por eso y por toda la controversia de su financiación, los organizadores, los patrocinadores y los representantes de los empresarios madrileños (que, al fin y al cabo, son los mismos) se están apresurando con una inusual celeridad a hacer valoraciones en estos términos, destacando los resultados comerciales positivos que se han obtenido: cifras de negocio, creación de empleo, notoriedad de la marca España… Aunque parece que tardará algo más, esperamos también la presentación de los datos de retorno de la inversión de los patrocinadores.

Además de ese carácter comercial, la JMJ también ha respondido a planteamientos confesionales y políticos y cabe, por lo tanto, valorar sus efectos y resultados en estos ámbitos.

La iglesia católica ha demostrado su importante capacidad de influencia y de presión para contar con las facilidades necesarias para organizar un evento de estas características y movilizar a cientos de miles de sus fieles en torno a un mensaje de reafirmación y pertenencia que tiene como objetivo maquillar los graves problemas de imagen, de prestigio social y de vocaciones que la vienen acechando. La JMJ ha sido en este sentido una huida hacia delante, una llamada a la acción de los católicos para contener una situación cada vez más complicada.

En el terreno político, la JMJ y su parafernalia han puesto de manifiesto la indeleble alianza entre los poderosos y la iglesia católica. El poder financiero se ha puesto a disposición de la financiación del evento con fervor y entusiasmo inusitado. Por su parte, las altas instituciones del Estado y el gobierno han rebasado los requerimientos protocolarios de un estado aconfesional para manifestar su sumisión a la jerarquía católica. De algún modo, este evento ha sido la puesta en escena para el gobierno de las medidas que en los últimos años ha venido adoptando a favor de la iglesia católica: desde el incremento de su financiación vía presupuestos del Estado hasta la paralización de la tramitación de la Ley de libertad religiosa.

Por último, también pueden esperarse consecuencias en el ámbito social a corto y medio plazo.

Benedicto XVI ha advertido a los jóvenes católicos de que no es suficiente con ser creyentes, tienen que ser practicantes para fortalecer la institución de la iglesia. Y casarse y formar familias cristianas que acepten la voluntad divina, antes que rebelarse ante la injusticia y la desigualdad. Se reafirma de este modo que continuará sin ser necesaria ningún tipo de movilización para reclamar el apoyo electoral para las opciones políticas conservadoras y reaccionarias.

El discurso cínico de la iglesia presentándose como víctima de una persecución encabezada por la sociedad civil y el desprecio y la desconsideración intolerante hacia los valores que no sean los de la fe católica agrandan la brecha social entre católicos y laicos, entre quienes creen en la convivencia democrática y entre quienes pretenden la imposición de su manera de entender el mundo y la vida.

No se pierdan durante estos días las sabrosas informaciones que nos harán ver con claridad las diferencias entre unos y otros. Sabían que un gay genera en la fiesta del orgullo 15 veces más basura que un peregrino de la JMJ? Seguro que tampoco se esperaban que los beneficios de la JMJ compensarán las pérdidas ocasionadas por el 15M; pues así es, según la Comunidad de Madrid.