Ayer se fue, mañana no ha llegado
hoy se está yendo sin parar un punto,
soy un fue y un será, y
un es cansado
Francisco de Quevedo
Ahora tomo Lexatin ocasionalmente, cuando me pesan los días y se me tambalea el ánimo para afrontar compromisos, tareas, rutinas o deberes. También soy partidario de utilizarlo de modo preventivo, cuando tengo la certeza de que me encontraré ante situaciones que pueden provocarme tensión o desesperanza, y en el ámbito laboral cuando el ambiente es tóxico y sé que puede despertarme sentimientos de ira o abrirme las puertas hacia el desasosiego. En estos casos, el lexatin me ayuda a reconocer o a recuperar el valor de la paciencia.
En ocasiones tomo Lexatin para no dejarme ganar por los días grises y no vestirme del color de la tristeza. También cuando viajo en avión, para evitar la intranquilidad que siempre me provoca.
Me gusta el Lexatin, sí. Soy fan y aunque no pretendo convertirme en su evangelista creo que en este caso, como en otros, es necesario reconocer su contribución a mitigar de algún modo el deterioro inexorable que conlleva este oficio de vivir.
Este tiempo es de ansiolíticos. Entre ellos, es el momento del Lexatin, indiscutible líder de ese mercado. Quizás porque es uno de esos fármacos ligeros y eficaces que se popularizan en determinados épocas, como el optalidón, la biodramina, la aspirina, el apiretal, el gelocatil y tantos otros en su momento, que hicieron fortuna de la mano de los médicos primero y paulatinamente se han extendido por las recomendaciones de unos y de otros. Hay otros productos y marcas similares, pero personalmente prefiero el Lexatin antes que el Tranquimazin, el Valium o el Summial, sin restarles méritos ni beneficios, ya que cada uno de ellos tiene sus propios perfiles.
Su principio activo, el bromazepam, es una benzodiazepina que alivia la tensión psíquica, la ansiedad y el nerviosismo y a dosis altas presenta un efecto sedante y relajante muscular. Los médicos lo recetan a las personas que presentan alguno de estos síntomas para reducir su agitación y, en ocasiones, para ayudar a dormir.
Entiendo perfectamente que con estos efectos los médicos lo prescriban con generosidad y. también, por que se conocen suficientemente sus posible efectos adversos que sólo ocupan uno de los seis puntos del prospecto de la información para el usuario: los más frecuentes, cansancio y somnolencia. Al fin y al cabo, el trastorno de ansiedad parece que es una de las patologías más frecuentes en estos tiempos que vivimos. Y la insatisfacción, la desesperanza, la soledad, el desamparo y la tristeza, sus compañeras fieles.
Aunque pueda parecer una cesión, y quizás lo sea, soy partidario de fármacos y remedios que ayuden a sobrellevar la cotidianidad de los días, a mitigar el desasosiego de la adversidad y a combatir el desconsuelo. No entiendo que se trate de una renuncia, no me parece que sea una huida sino más bien una ayuda para continuar, para mantenerse cuando ya se lleva buena parte del camino recorrido y han sido muchos los desencuentros, las desazones, los sueños aplazados, los deseos rotos. Cuando nos desborda el desaliento que provoca la apabullante realidad.

No quiero expresarme mal, no hay que equivocarse: el Lexatin mitiga, suaviza, difumina, atenúa los perfiles de esas situaciones, retiene la intensidad primera de nuestros sentimientos más afilados, más oscuros; nada más. No evade de la realidad, si acaso nos concede un plazo más para afrontarla en mejores condiciones.
Por ejemplo, el Lexatin es un buen aliado para transitar por las tardes de domingo en las que asoman los malos augurios, los pesares o la pereza ante las inevitables rutinas estériles que nos esperan. Personalmente, me ayuda a desenvolverme en la sensación de inquietud, en la melancolía o en la desazón que no ha logrado reparar el fin de semana a pesar de los cines, de los paseos, de los amigos y de las siestas. A pesar de las caricias y de los besos, soñados o reales.
Con su ayuda me entrego con menos urgencias a la lectura de un buen libro, me detengo más sosegadamente en un poema, soy más complaciente con las pelis pesadas. Además, mantengo el ánimo con la atención necesaria para buscar la presencia de unos brazos que me acojan, para encontrar el refugio prometedor de un cuerpo que me asista y que me guíe para llegar a su boca, enredarme en su cuello, resbalar por su espalda y descender hasta perderme por los jardines y senderos de la dimensión circular del deseo.
El Lexatin puede ser entonces cómplice de la pasión tranquila, de las sensaciones blandas, de la emoción discreta que encierra la sencillez de los pequeños placeres, la lentitud de las distancias cortas.
Entiendo y comparto que, en términos generales, siempre es mejor un buen polvo o un buen libro que cualquier remedio químico, incluido el Lexatin. Sin embargo, cuando el ánimo no está para ferias poco apetece lo uno o lo otro y el lexatin puede ayudar a remontarlo y hacer posible un polvo suave, o saborear una aventura de Maqroll o, por qué no, la sorpresa del instante retenido en un haiku de Neuman.
Por eso, procuro ser práctico y reconocerlo: bendito Lexatin.
Escribes tan lindo!
Tú sí que lees lindo.
Gracias!!
Excelente, llevo tiempo tomando bromazepam para aliviar la agustina de los días y si bien no es la solucion del problema, es un ayudante magnifico para llevar la vida, sobretodo si sufres de crisis de ansiedad y pánico generalizada, muchas gracias por tus palabras :).
El artįculo de Anita Botwin, en Público, titulado la generación del lexatin, describe parte de la problemática de esta droga. Un neuropsiquiatra me comentó que destroza los receptores cerebrales y está detrás de muchas demencias.
El gran problema es que se receta casi como inofensivo y no advierten de sus terribles consecuencias en muchas ocasiones
Ojalá tomar el lexatin fuera tan bonito como lo pone en su artículo, pero en muchos casos no es así.
No sabes el daño que está haciendo esa droga a la población. Ademas de sus graves efectos secundarios está la adicción que crea y que nadie te dice cuando te lo receta. Hay un buen artįculo de opinión titulado » La generación del Lexatin» que recomiendo leer. Hacer con tal ligereza una apología del producto sin resaltar sus efectos negativos me parece un disparate para tanta gente que está o estará sufriendo las consecuencias del producto.
Bueno pues yo os declaro marido y mujer
Qué bien escribes…
Jamás he leído algo parecido, relacionado con el lexatin.
Un saludo y gracias, decirte que son las cinco de la madrugada, he sentido un dolor, no te digo dónde, y me he tomado un lexatin. Ahora estoy mejor.
No dejes de expresarte así de bien.
Dulces sueños o despertares.
Gracias ❤️
A ti, también por la visita 😉
Despues de leer su » alegato» sobre el
Lexatin
aviseme , por favor si escribe un libro
me he hecho fan suyo
de momento no nececesito Lexatin , pero lo tendre en cuenta si tengo una tarde de Domingo un poco mas dura de lo habitual
gracias por escribir asi
Gracias por tu visita, Eugenio. No pretendo convertirme en evangelista del Lexatín, ni nada tengo que ver con Roche. Sólo pretendo expresar algunos sentimiento, estados de ánimo y contar algunas cosas desde dentro.
Agradezco mucho tu comentario.
Un saludo 😉
Pues sí, lo confieso, señor García. Alguna que otra vez, tal vez más de las que quisiera recordar, también he sucumbido a esa suerte de delicado letargo que nos regalan los ansiolíticos.
Con el tiempo, al igual que usted, he aprendido a no fustigarme mucho por ello, a ser más condescendiente conmigo misma. A fin de cuentas, convengo en que no siempre están los ánimos para improvisar un café filosófico en la azotea, ni para acariciar el arte o dejarse abrazar por la poesía. En esos días, en que la razón parece que sólo produce monstros, lexatin sí. O litio. Lo mismo me da. Narcóticos todos, capaces de adormecer en mí el atolondrado ir y venir de ideas desnudas, cuasi nihilistas…
Reitero. No puedo sino secundar sus palabras.
Para todas esas mentes inmunes al opio de la religión y a sus derivados posmodernos, lexatin sí. Y, si me permites parafrasearte –y esta vez tutearte-, ¡bendito lexatin…! 😉
Mi gratitud a los dos. Al balsámico bromazepan por evitarnos, en nuestros días más grises, tener que cortarnos una oreja (con lo que duele…).A los adornan con su pluma nuestros días, sean sombríos o estelares, por dar pinceladas de sentido a todo lo demás… 😉
Gracias de nuevo, Marina. Siempre es un placer encontrarte por aquí y comentar contigo.
Espero volver a las andadas (llevo algún tiempo sin publicar) y darte motivos para que me sigas visitando.
Un saludo, ;-))
Te extrano lexatin, mi actual amigo el alprazolam lo odio, te abandone por la distancia y te busco y no te encuentro simplemente aca en esta otra orilla tu no existes pero estoy muy triste porque te necesito y no te puedo tener
Alucino en colores, dais las gracias a una pastilla!!!!! por dios!!! hacer deporte, salir, divertiros, ir al cine, leer un libro, pero tomar pastillas como si fuera una gominola???? pero dónde vamos a llegar????.
Q heavy es esto
Hola a todosy todas. Yo llevo una semana con el lexatin y la verdad es que aparte de los efectos secundarios que ya van pasando, todavia no he notado nada. Cuanto puede tardar en hacer efecto?
Decidme más cosas. Darme anímos lo estoy pasando fatal. al principio la ansiedad el miedo era de vex en cuando ahora es practicamente diario. Estoy fatal.
Ànimo
Un afectuoso saludo de quien también se reconoce en una incierta gracia dejándose llevar por la ataraxia.
Otra cosa es alcanzar el equilibrio, desde luego. Pero debemos permitirnos pequeñas trampas, al menos si las reconocemos, para poder transitar con calma entre los días.
Un saludo, J.
Maravillosa entrada,de 11.
Yo aún no he tomado,pero como alguna vez le he visto las orejas al lobo,tengo una caja por si áca.
Estoy entre mudanzas,funerales,desempleos y otras cosas.Y a veces la angustia me quiere superar.Para ello,el bendito Lexatin.
Un saludo desde tierras vascas
Gracias, Luis, por tu visita y por el elogioso comentario.
Saludos cordiales desde el Sur 😉
Despues de la muerte de mi madre me lo tome bastante pero siempre con una sensacion de culpa….como que tengo que afrontar lo que me pasa con valentia y sin recurrir a medios artificiales …bendiciones por lo que escribistes….despues de todo es la perspectiva de cada uno con que creamos nuestra vida….cansada de tantas depresiones ,me lo tomo de vez en cuando.Un abrazo
Muchas gracias por tu visita y por tu comentario. Únicamente pretendía expresar de algún modo mi experiencia personal aunque para ello tuviera que banalizar muchas de las circunstancias.
Un abrazo Dorina 😉
Hola,
Tuvimos una conversación sobre el asunto hace unas semanas. Adoro la sensación de corcho que transmite, sin darte sueño o literalmente «perder el conocimiento» como me ocurre con otros ansiolíticos, relajantes musculares o incluso antihistamínicos.
Estás ahí, pero ni sientes ni padeces. Es perfecto.
Un beso.
Es verdad, Carmen, sensaciones acolchadas, livianas que yo creo que no imposibilitan hacer nada.
Gracias por pasarte por aquí, siempre es un placer
Soy fan.
Me salvó la vida durante unos meses, luego estuve un par de años en que no lo tomaba pero me gustaba saber que lo tenía a mano y ahora… hace mucho que ni lo recordaba.
Interpretemos eso como muy buena señal. Mi vida está serena en estos momentos.
Pero reconozco muy bien lo que cuentas y creo que lo has expresado con total acierto y definición.
Lo dicho, un gran invento.
La verdad es que mi recorrido me llevó del consumo compulsivo a no tomarlo prácticamente pero, también, sabiendo que lo tenía a mano. Siempre encuentro algún blister en algún cajón. Y como te cuento, alguno sigo tomando. No sé si será una señal de que sigo sin dar con la serenidad deseada 😉
Me alegra un montón que te pases por aquí.