Cuando todo esto pase. Escenarios para después de la pandemia

Hay respuestas diferentes para salir de las crisis y, siempre, tienen un sesgo económico. De esta manera, en 2012, la primera medida que adoptó el gobierno de Mariano Rajoy fue flexibilizar el despido y hacerlo más barato. Después vendrían todas las demás: la devaluación salarial, la austeridad, el rescate de los bancos, la protección de los grandes propietarios o la entrada de los fondos buitre en el mercado de la vivienda para desahuciar a miles de personas de sus casas, con las consecuencias que todos y todas de sobra conocemos.

Quizás se pueda decir con perspectiva que estamos viviendo, y lo seguiremos haciendo, una de las peores crisis sanitaria, económica y social de los últimos cien años. 

Esta crisis es un acontecimiento traumático sin precedentes, mayor que ningún otro por su dimensión geográfica. Va a haber un fenómeno masivo de pérdidas; trabajos, propiedades, referencias, cosas que tienen que ver con la identidad, para mucha gente su identidad laboral.  Pensemos en el turismo, la actividad fundamental de este país y una de las más importantes en la economía local motrileña y de la Costa de Granada.

La crisis que estamos viviendo nos está colocando frente al espejo de nuestra realidad como sociedad, como país, como personas. También como sistema político. Y será necesario aprender de lo que hemos vivido y actuar en consecuencia.

Continuar leyendo «Cuando todo esto pase. Escenarios para después de la pandemia»

Días de septiembre

Apenas se anuncia el final del verano y los días a la vez que se hacen más cortos hurtándonos los atardeceres lentos, se van llenando de sucesos, noticias, decisiones, eventos que reclaman nuestra atención y buena parte de nuestro interés.

A lo largo de estos últimos nos han asaltado y ocupado alguno de estos asuntos imponiéndonos una repentina vuelta a una realidad áspera y antipática que quiere pasar por encima de nuestros sueños recientes acerca del tiempo de la felicidad.

Estos son algunos de los que me han interesado, inquietado o distraído en estos días.

Con la muerte de Santiago Carrillo parece que se vaya cerrando definitivamente la tan manida etapa de la transición que, sobe todo, ha servido para ser el soporte de argumentos vacíos, lugares comunes, verdades a medias y oscuros olvidos para alumbrar, finalmente, un sistema democrático incompleto y amorfo.

Carrillo fue uno de sus indiscutibles protagonistas y ha merecido por ello la atención de los medios, de la clase política y de la calle. Me quedo con la respuesta de la calle, la de muchas personas humildes, la más sincera, la más auténtica, la más llena de vida, seguro.

En estos días, las chicas y los chicos vuelven al cole. Han estado demorando el tiempo mientras estiraban la nostalgia de las tardes de un verano propio, lejos de sus rutinas probablemente, en otros paisajes, sintiéndose reyes, sabiéndose reinas. Pero hay que volver. La realidad se impone.

El ministro de educación, José Ignacio Wert, era el tapado de este gobierno. Y se ha destapado promoviendo la séptima reforma educativa en los últimos treinta años, una reforma ideológica que justifica con argumentos casi idénticos a los que utilizaron sus predecesores en las anteriores reformas, que siempre se anunciaron como definitivas. Este es el drama: entender la formación y la educación como un juguete político, convertir un derecho básico en un instrumento político. Todo ello en un contexto de recortes mezquino.

Estos días mucha gente sigue saliendo a la calle a manifestar sus anhelos, a defender sus derechos, a pelear por la dignidad y, sobre todo, a mostrar su rechazo a las medidas que se están adoptando, dicen que para hacer frente a la crisis.

En las calles de Barcelona, más de un millón de personas festejan la Diada y reclaman la independencia; parece que el nacionalismo catalán apuesta fuerte. También lo hace el nacionalismo español: el rey hace pública en su página Web una insólita carta donde reclama la unidad de España. El debate se reaviva entre separatistas y separadores. En cualquier caso, lo relevante es que, creo que por primera vez, se oye hablar a unos y a otros abiertamente de independencia.

En Madrid, el 15 de septiembre, también fuimos un millón. Que lo sepan. Aunque lo saben. Saben que la excepción, lo alternativo, es el germen de propuestas transformadoras y éstas se atacan de raíz. Si lo dudan, repasen cualquiera de las medidas que propone el ministro de Justicia, o el acoso e intimidación, primero,  y la abierta represión, después, como respuesta a las movilizaciones  del #25-S y su propuesta ‘Rodea el Congreso.’

También en estos días, Esperanza Aguirre presentó su dimisión como presidenta de la Comunidad y de su partido en Madrid. Su decisión que sorprende a propios y a extraños obedece, según ella, a motivos personales. Aguirre no deja indiferente: parece que se la quiere con locura o se la odia . Lo uno o lo otro. Lo que sí deja, desde luego, es a Ignacio González como sucesor, presidente frustrado de Caja Madrid previo a Rato, ejemplo de político siempre implicado en asuntos turbios y al que se le reconocen muchas habilidades ‘políticas’, pero ninguna de otro tipo. También deja 100 mil parados más -aunque esto no sea ningún mérito diferenciador- y 3.500 profesores menos en la escuela pública de la Comunidad de Madrid -esto sí-.

Contemplamos también el panorama desalentador de los medios de comunicación de este país, reflejo al fin y al cabo de la sociedad ante la que median. A la imparable concentración informativa a que han llevado las últimas fusiones en televisión, se une el desmantelamiento del modelo público y el espectáculo lamentable de manipulación informativa a que se dedican diariamente, sin pudor, los medios escritos y sus empresas informativas. No dejan de surgir, afortunadamente, nuevas iniciativas de proyectos a través de la Red que previsiblemente, a pesar de todo, serán efímeros.

En este panorama, los medios sociales buscan su sitio, su lugar en el mundo. Por ello resultan interesantes contribuciones como las de Miguel del Fresno en su tarea de investigación de estas realidades: Si los mass media son un comunicador profesional, los social media se presentan como un comunicador colectivo.

Otoño

En estos días de septiembre, llega el otoño que es una estación ideal para pasear y dejarse llevar por la melancolía. Para disfrutar del campo y también de las ciudadades, de sus parques y jardines. De sus patios en veladas frescas, románticas y silenciosas.

Pasear por las calles de Madrid en las primeras tardes del otoño es sumamente placentero: merece la pena acercarse a contemplar la luz crepuscular desde Las Vistillas, o detenerse en los jardines del antiguo hospital de Santa Isabel cuando ya anochece, por ejemplo. O vivir el despertar de  un domingo en la ciudad.

De momento, todavía no tienen porqué tocar a su fin esos paseos tranquilos, de caminares lentos, reposados, sin prisas, a pesar de que el otoño, además, sea el corredor que nos lleva al invierno.

El otoño nos reclamará lecturas de otra intensidad. Si se han logrado evitar las intrusivas Sombras de Grey y se gusta del género las alternativas, hablando de literatura, son muchas. También algunas de las novedades editoriales de la temporada resultan tentadoras.

En fin, se va a agotando septiembre pero vendrán otros días, días que nos harán más ciegos. Por eso, conviene seguir buscando distanciamientos deliberados y medias distancias, lo que no siempre resulta fácil.

Fin de curso, fin de ciclo

Cosas de Bolonia. Finalizado el período lectivo ya estamos con los exámenes finales. Esta semana les ha tocado a mis alumnos y alumnas de Publicidad y Relaciones Públicas y de Administración y Dirección de Empresas. También esta semana la directora de mi departamento me ha comunicado que la situación financiera y presupuestaria para el curso que viene no permite la continuidad de los profesores asociados que veníamos impartiendo docencia en la Facultad de Ciencias de la Comunicación de la Universidad Rey Juan Carlos de Madrid. El curso que viene con trece profesores menos, el personal docente e investigador de Comunicación se hará cargo de las mismas asignaturas, prácticas, tutorías y otras actividades académicas para  un número de alumnos similar o superior al del curso que ahora finaliza.

La figura del profesor asociado, con una dedicación parcial que compatibiliza con su actividad profesional, pretende aportar una visión práctica y empresarial en diferentes materias y asignaturas, complementándose así el planteamiento excesivamente academicista que, en muchos casos, tienen los contenidos que se imparten en estas titulaciones. De ese modo se pretende contribuir a superar la distancia entre esas dos ‘lógicas empresariales inconmensurables’ que son la universidad y la empresa.

No es contabilidad,es ideología

‘No hay dinero para cubrir todos los servicios públicos’ nos dicen, por lo que se hace necesario la adopción de medidas que permitan ajustar el gasto público a los ingresos de modo inmediato. Parece que se tratara de un asunto contable, y para cuadrar las cuentas se reducen los presupuestos sobre todo de educación y formación, sanidad, dependencia, investigación y desarrollo… y, en fin, de todos los servicios públicos. Sin embargo suena más a una cuestión ideológica que numérica: a los contables les interesa sobre todo las políticas que tienen que ver con la equidad y con la igualdad de oportunidades de los más desfavorecidos. La educación, la sanidad, la dependencia son servicios públicos básicos, esenciales, que tienen más que ver con la dignidad de las personas y con la justicia que con el bienestar. Sin educación, sin sanidad, sin ayuda a los dependientes, a los más humildes no les queda nada.

Biblioteca URJC. Campus de Vicálvaro

En el caso de la educación superior, las medidas afectan al conjunto de la comunidad universitaria: personal de administración y servicios (reducción de retribuciones y cambio en sus condiciones laborales), estudiantes (incremento significativo de los precios para cursar estudios oficiales de grado y máster, cambio en los criterios para la obtención de becas y ayudas) y profesorado (reducción de la financiación a proyectos de investigación, precarización de sus condiciones laborales y modificación unilateral de su régimen de dedicación).

Según todos los rectores de las universidades catalanas las medidas adoptadas por el gobierno de España, además de impropias, pueden dar lugar a situaciones injustas, y advierten que la injusticia socava la base de la convivencia y, finalmente, se vuelve contra toda la sociedad.

El esfuerzo para cuadrar las cuentas se sigue reclamando al conjunto de los ciudadanos a través de una mayor carga impositiva, de la reducción de sus retribuciones o del incremento del coste de los servicios públicos sin que se adopte ninguna medida específica para atajar el fraude fiscal y la economía sumergida que actualmente equivalen a más del 20% del PIB.

Por eso conviene no dejarse confundir. No se trata de la necesaria revisión del modelo de educación superior para hacer más competitivas a las universidades, ser más eficaces en el desarrollo de sus actividades y asegurar una mayor eficiencia de los recursos públicos. El objetivo parece ser desmantelar el modelo público  de educación y formación haciéndolo irrecuperable para el futuro. La educación y la formación de las personas dependerá cada vez más de su poder adquisitivo al margen de criterios como el mérito y la capacidad. Cosa de ricos, al final.

Medidas similares se están llevando a cabo en todo el sistema educativo afectando a la educación secundaria y a la formación profesional que lejos de valorizarse se verá condenada a un permanente ostracismo. De un mismo modo se verá mermada la oferta de formación para el empleo, dirigida  a la recualificación de los trabajadores ocupados y desempleados. No hay reformas ni estructurales ni coyunturales, se trata del fin de ciclo del modelo público de educación y formación en nuestro país. En definitiva, son medidas que no van a favor  del conocimiento, la formación, el aprendizaje y el talento, y que no dejan dudas sobre el futuro que se pretende diseñar para esta sociedad.

En otros países de nuestro entorno los ajustes que se estén llevando a cabo tienen un carácter más respetuoso con la inteligencia, preservándose  los recursos destinados a educación y formación y a investigación y desarrollo.

El oficio de enseñar

Con este desalentador panorama acabo mi colaboración con la universidad pública con cierta amargura. Me quedo, eso sí, con la sensación positiva de haber disfrutado de la gratificante tarea de enseñar durante un cierto período de tiempo, lo que me ha permitido aprender y enriquecerme personal y profesionalmente a través de unas relaciones estupendas y muy positivas con los estudiantes y con los demás docentes, implicados todos ellos en el aprendizaje de sus alumnos y comprometidos con su actividad académica e investigadora.

Ahora, encima de la mesa tengo 82 exámenes y otros tantos proyectos de fin de curso para revisar y calificar en los próximos días. Me pregunto cómo de riguroso debo ser en mis calificaciones sabiendo que de algún modo se está poniendo en cuestión el valor de la educación y de la formación y, además, que muchos de mis alumnos y alumnas finalizan sus estudios y estarán en condiciones de incorporarse a la actividad profesional con todas las dificultades que esto conlleva en un mercado laboral ya devastado.

¿Me ayudan?