Las emociones y los sentimientos, claves en nuestras decisiones de voto

Adela Cortina publicaba  un interesante artículo en El País que me ha hecho recuperar el tema electoral, ya en retirada, ya casi digerido. Ahora toca el pasteleo, los acuerdos imposibles, las contradicciones con lo mantenido durante la campaña, en muchos casos. Como comenté, ya estamos nuevamente en precampaña.

Pero, vale la pena volver la vista atrás a los resultados electorales porque, desde luego, no es sencillo explicar por qué los electores eligen entre votar y no votar, entre unas y otras opciones con independencia de toda la información objetiva que tienen a su disposición. Sabiendo, en mucho casos, que los candidatos a los que votan están imputados por diversos delitos, han utilizado su cargo en su propio beneficio o su comportamiento y actuaciones ha dejado mucho que desear. O lo hacen en blanco o depositan un voto nulo.

Mantiene Cortina que la racionalidad en este asunto, y en tantos otros creo yo, es una rara avis. Y se refiere a la neuropolítica para encontrar alguna explicación. La neuropolítica es una disciplina preocupada por descubrir cómo funciona el cerebro de los ciudadanos, sobre todo de los ciudadanos como electores.

No pienses en un elefanteHablar de neuropolítica y de los investigadores del ramo es hacerlo de neurolingüística y de Georges Lakoff, cuyo libro ‘No pienses en un elefante’ tanta fortuna tuvo en ámbitos académicos y políticos progresistas o así de  nuestro país. Lakoff ha formado parte, incluso, del grupo de sabios con el que ha contado en ocasiones el presidente Zapatero para definir sus políticas y comunicarlas. Al parecer, de la mano de estos guruses, los respectivos thinks thanks (FAES, IDEAS) determinan las claves de la acción política, las estrategias y señalan los mensajes que deben apuntar a determinadas emociones y sentimientos de los electores.

Esto permitiría explicar la simplicidad de los mensajes publicitarios que el Partido Popular ha utilizado en su campaña: ‘menos impuestos, menos paro’, por ejemplo. También, el esfuerzo del PSOE y de sus estrategas modificando su planteamiento inicial para, finalmente, optar por jugar la partida que proponían los populares e intentar cambiar el marco de referencia: es el estado del bienestar lo que está en juego.

En clave más ideológica, también hay otras explicaciones que no dejan de ser  interesantes, como las que se recogen en Resumiendo textos

Jornada electoral

En cualquier caso, los populares han impuesto su marco porque no lo han improvisado. Lo vienen proponiendo y comunicando insistentemente en los últimos años: con ellos se creaba empleo, con ellos la economía crecía, ellos son como dios manda: sensatos, responsables, patriotas, gente normal. Es jugar a favor, claro. Es una estrategia tramposa, pero es una apuesta ganadora, también.

Vean, si no, la puesta en escena del candidato Rajoy en su primera rueda de prensa en lo que va de año, en la que desgranó los principios programáticos de sus gobiernos autonómicos, anticipando de algún modo su  programa de gobierno. Tres ejes: empleo, austeridad y transparencia. Mensajes claros, sencillos y comprensibles para la gente normal.

Lo mismo da que ninguno de los gobiernos del PP que ostentan el poder desde hace muchos años estén siguiendo estos criterios, ni llevándolos a la práctica, más bien al contrario en muchos casos. Pero el marco es ese. Y con tenacidad será impuesto en los próximos meses en la mente de los consumidores electorales utilizando fundamentalmente para ello los grandes medios de comunicación, y en especial los afines. Porque en los pequeños medios, en los medios sociales, antes se pilla a un mentiroso que a un cojo.

Al candidato del PSOE todavía lo están cocinando. Veremos.

Por eso, con estos mimbres no creo que sea factible en mucho tiempo poder hablar de política 2.0.

22-M. Estrategias electorales (III). Elecciones 2.0

Miles de personas se manifestaban el 15 de mayo en 50 ciudades españolas para expresar su indignación ante la actual situación política, económica y social y protestar así, en la calle, contra el mercado y el sistema político.

LLamados a la revuelta a través de las redes y medios sociales desde la iniciativa Democracia Real Ya, las convocatorias apenas merecieron atención por parte de los grandes medios convencionales que, finalmente, dada la importancia de la respuesta obtenida, se han hecho eco ampliamente de las movilizaciones.

15 M en Madrid

Esta reacción de miles de ciudadanos a siete días de la celebración de las elecciones locales y autonómicas, pone en cuestión un sistema político y social estrecho e inadecuado, insuficiente para dar cabida a los intereses y necesidades de la inmensa mayoría, de una ciudadanía indignada que quiere soluciones que no pasen necesariamente por reclamarles sacrificios y por recortes en los gastos sociales. En definitiva, un modelo que aliente su participación en la vida pública más allá de las elecciones.

Esta rebelión cívica, posiblemente más simbólica que efectiva todavía, cuestiona la legitimidad y la vigencia del entramado institucional del sistema democrático y, particularmente, de la democracia en nuestro país; una democracia anómala, deudora de sus orígenes. Dentro de este entramado, los medios de comunicación tradicionales, especialmente los integrados en corporaciones mediáticas, son cuestionados sin fisuras por su  posición relevante en el engranaje del sistema político y económico de mercado. Los medios de comunicación, a través de las empresas informativas que los explotan comercialmente, han sido y son uno de los principales instrumentos al servicio de la preservación del poder institucionalizado. Las empresas informativas han diluido la función social de los medios en el marasmo de sus cuentas de resultados y han fagocitado a la profesión periodística, su importancia y su valor para el desarrollo de una sociedad democrática.

Mientras tanto, en la campaña electoral que se desarrolla durante estos días cara a las elecciones locales y autonómicas del próximo 22 de mayo, estamos asistiendo a la adopción de elementos estéticos, discursivos e instrumentales que pretenden acercarse al fenómeno del 2.0.

La publicidad comercial siempre ha tenido una especial habilidad para incorporar en sus mensajes y propuestas persuasivas, elementos. detalles y guiños de los temas de moda, de los asuntos y tendencias que pueden resultar más atractivos en cada momento para sus públicos. Por su parte, los políticos y sus organizaciones, sobre todo cuando hay elecciones, no dudan en utilizar cualquier tema, asunto o discurso que pueda contribuir a perfilar su imagen con notas de modernidad, actualidad, corrección, con lo más cool. Se trata de proyectar una imagen cercana y próxima a los ciudadanos y a la sociedad, alejada de la distancia insalvable que, en realidad, inevitablemente les separa de ellos.

La colaboración entre agencias de publicidad y organizaciones políticas, esa mezcla de habilidad y oportunismo, ha dado como resultado la utilización banal y abusiva en ocasiones del término 2.0: políticos 2.0, partidos 2.0, campañas 2.0…, dando lugar a más de un oxímoron imposible. Al final, se trata de una parodia de lo que es o puede ser la cultura 2.0. Una utilización únicamente instrumental y marketiniana que se queda en los alrededores de la nada.

La eclosión en los últimos años de las redes sociales ha propiciado que, de forma generalizada, las organizaciones que concurren a estas elecciones hayan abierto perfiles y páginas en los principales sitios, principalmente con objetivos de comunicación, como canales de comunicación complementarios. Según un estudio elaborado por la agencia de relaciones públicas Ketchum Pleon, el 83% de los candidatos a presidir comunidades autónomas está presente en Facebook y el 58% tiene cuenta en Twitter.  Según se dice en el estudio, los propios candidatos, o sus equipos, se encargan de su actualización. Casi 200.000 ciudadanos son «amigos» de algún candidato (147.000 en Facebook y 47.000 en Twitter), según el mismo estudio. El PP tiene más seguidores que el PSOE (137.000 frente a 43.000). Esperanza Aguirre, Tomás Gómez y Luisa Fernanda Rudi figuran entre los que más fans suman, si bien es el lehendakari Patxi López (que no concurre en estas elecciones) quien más éxito alcanza en las redes sociales, con 115.000 «amigos».

Otras formaciones han ido más allá, integrándose en el propio fenómeno, es el caso de Ciudadanos, que dicen hacer ‘Política 2.0, o de UPyD, que basa su campaña en pequeños actos electorales, en la calle en muchos casos, llevando a cabo una suerte de street marketing o marketing de guerrilla que se apoya en la utilización intensiva de las redes sociales.

Prácticamente todos los partidos han recurrido en alguna de sus piezas de campaña a términos propios de la web 2.o , e incluso a signos de la twittergrafía (#votoutil); utilizando nubes de tags, como Rita Barberá. La presidenta madrileña alardea de ser una de las políticas con más seguidores en Twitter y de llevar más de tres años manteniendo su perfil en este servicio de microblogging. Jaime Lissavetzsky, pone por delante su grado de doctor en Químicas para afirmar que no tendría ninguna dificultad de participar en un debate en las redes sociales. Izquierda Unida, da cuenta en su perfil de Twitter de las presencias y declaraciones de ‘Cayo’ y también de ‘Gaspar’ en menor medida.

Esperanza Aguirre, día de internet

De uno u otro modo, unos y otros, los que confían en mantenerse y los que aspiran a ocupar el poder local o autonómico, se han apuntado cuando menos a la estética y a la jerga del 2.0 buscando rentabilizar de alguna manera su presencia en las redes sociales. Lo que resulta más dudoso es si detrás de esta presencia electoral activa hay una estrategia definida que sitúe, por ejemplo, a los determinados públicos a alcanzar o, por el contrario, es más una cuestión ‘de bulto’, de estar ahí porque toca.

En cualquier caso, las organizaciones políticas, los profesionales de esto y los guruses se han aprestado a elaborar guias y manuales, decálogos y consejos con el objetivo de que los candidatos y candidatas puedan moverse con soltura por el proceloso tejido de las redes sociales. Quienes saben de esto coinciden en que se trata de herramientas que no son aptas para políticos oportunistas. Que, al fin y al cabo, estar de ese modo en las redes sociales, sin contar con unos objetivos y una estrategia bien definida y sin compartir su filosofía, sus modos de hacer, es desaprovechar el potencial de relación y de proximidad que ofrecen.  Que, en definitiva, como para cualquier otra organización, el hecho de disponer de perfiles y páginas en sitios de redes sociales y actualizarlos no convierte automáticamente en una organización 2.o. Los requerimientos son otros, y ahí está la dificultad.

Quizás por eso, convenga destacar otros comportamientos  más comprometidos y honestos en cuanto a la utilización de las redes sociales para hacer política. Menos oportunistas, como el que desarrolla el Alcalde de Jun a través de su perfil en Twitter.

Esta utilización de las redes sociales como instrumentos de propaganda, como sustitutos de los planfletos electorales, tiene como consecuencia el escaso atractivo y efectividad de los debates que en estos medios se han organizado; también la falta de credibilidad por su utilización ventajista  por parte de algunas formaciones y, finalmente, el desorden y el escaso interés de las controversias y polémicas que entre las propias formaciones han podido tener lugar en Twitter o en Facebook.

Sin embargo, a pesar de la adopción del maquillaje 2.0, son escasas las formaciones que en sus programas y en sus propuestas hablen de e-administración, de una relación más cercana y sencilla con los ciudadanos para superar el marasmo de trámites burocráticos de las adminsitraciones públicas aprovechando las opotunidades que ofrecen las tecnologías. En su defecto, lo cuenta el gobierno.

Empezando por ahí, se pondrían las bases de las elecciones 2.0. Y desde luego, si se pudiera hablar de política 2.0 la encontraríamos en las acampadas que desde el día 15 llevan realizándose en diversos lugares de nuestro país.