Así se escribe la historia (oficial)

El jueves 27 de mayo la Real Academia de la Historia presentaba en sociedad, ante los reyes y la ministra de cultura, Ángeles González Sinde, el primer y único diccionario biográfico español, que reúne 43.000 biografías de todos los españoles que son o han sido relevantes desde el siglo III a.c. hasta nuestros días.

Según afirmó el monarca en su intervención, el diccionario ‘se trata de una magnífica vía para acercar nuestros jóvenes a sus propias raíces’.

El diario Público hizo el trabajo que les corresponde a los medios en las sociedades democráticas de un modo ejemplar y, al día siguiente, desveló que no era oro todo lo que relucía. Más allá de lo anecdótico en lo que se entretuvieron los medios (3.500 euracos el coste de la obra, 50 volúmenes, 5.500 autores y no sé cuantos miles de páginas) revisó el contenido de la obra para denunciar que la historia oficial de la academía reflejada en el diccionario biográfico poco o nada tiene que ver con la historia real que hemos vivido el resto de ciudadanos. Como botón de muestra la biografía de Franco, pero también muchas otras realizadas desde criterios de afinidad en muchos casos, de proximidad en otros, de compromiso en algunos. Todas ellas sesgadas ideológicamente, hagiográficas las de su peña. En definitiva, lejos del rigor y del método que se le supone a cualquier actividad o disciplina científica.

Fascistas_Franco_HitlerLa obra es el resultado de 12 años de trabajo a la que se han dedicado  importantes recursos económicos contando con 6,4 millones de euros de subvenciones a través de las ayudas del Ministerio de Cultura. Es decir, dinero de todos los ciudadanos y ciudadanas que ha servido para avalar una visión de la historia que, en algunos casos, parece  justificar la intolerancia, el dogmatismo y la represión cuando no la barbarie. Una versión franquista y nacionalcatólica que merece formar parte de una historia universal de la infamia.

De toda esta  historia disparatada, en mi opinión, conviene destacar tres asuntos:

1. Cómo se justifican las subvenciones para este tipo de proyectos

Por lo visto, al peso. Sin el menor control de la calidad del trabajo. No se entiende que con el dinero de todos los contribuyentes se pueda financiar trabajos cuyos contenidos no sólo resulten socialmente controvertidos, sino que su metodología sea fácilmente cuestionable o sean contrarios a los valores y principios esenciales de la convivencia e, incluso, del sentido común.

2. La función y el papel social de academias y otras  altas instituciones de diverso tipo que viven al amparo del estado
La Real Academia de la Historia (RAH) es una de esas altas instituciones que ocupan casas señoriales o palacetes en la zona céntrica de la capital y de las que no suelen saberse grandes cosas. Está integrada fundamentalmente por hombres (sí, casi solo hombres) próceres de edad probecta y, se supone, de méritos académicos o científicos contrastables. Sin embargo, poco sabemos de sus actividades y, sobre todo, de su utilidad para la sociedad que la sostiene.

Pero, por lo que hemos podido saber estos días, por su composición y por sus modos de hacer, la RAH huele a rancio. Vive al margen de la sociedad española. Lejos de contribuir a la construcción de un relato histórico que se acerque a la verdad objetiva de los hechos y que no privilegie ninguna versión de los mismos ha elegido registrar en la principal iniciativa que ha llevado a cabo la versión franquista de la historia más reciente.

Mucho me temo que la RAH sea un botón de muestra del carácter de las grandes instituciones, academias y consejos que viven al al amparo del estado, de espaldas a la sociedad y ancladas en el pasado. Anacrónicas, endogámicas,  intocables sus laureados miembros. Opacas, incapaces de comunicar porque no tienen qué. Casi en su totalidad, lejos aún del siglo XXI.

3. Hay una historia oficial y una historia real

La historia oficial es la que escriben las academias y sus académicos, los historiadores insitucionales y oficiales, la que nos colocan en los manuales de historia y en los libros de texto.

Por eso siempre hay una cara  b de esta historia (gracias Juanjo @Bomarzo): la historia real . La historia real se escribe en las calles cada día, en las plazas,  en los portales, en la vida de las personas anónimas; se escribe en minúsculas, sin letra de molde. Una historia que registran modestos investigadores, historiadores, profesores universitarios que están al margen de la historia oficial, que hacen su tarea con honestidad y cuyos trabajos están condenados a la invisibilidad de ediciones menores.

En la historia oficial están los académicos, los especialistas institucionales que se entretienen en sus debates teóricos y semánticos para diluir la historia real ¿Franco era totalitario o autoritario?

La historia real se desarrolla en las desigualdades sociales, en la discriminación, en las costuras de una sociedad injusta. Está en el dolor y en la miseria, en los anhelos de los hombres y las mujeres sencillas. La historia real, seguramente, se puede rastrear en la Wikipedia.

La historia real está en las víctimas de la historia oficial.

Ya pueden imaginar cómo estarán registrando los historiadores oficiales el movimento del 15-M, la #spanishrevolution.

Quizás los historiadores oficiales, los académicos sepan todo esto, pero también saben que la historia oficial es una buena inversión para ellos y los suyos. Al fin y al cabo, escribiendo de ese modo la historia lograron acomodarse en sus poltronas.

Autor: Cosasmías_Blog de josegll

Por aquí sigo, de momento.

3 opiniones en “Así se escribe la historia (oficial)”

  1. Tal y como está la situación, es de imaginar que el tema de las subvenciones se corte de raíz, pero no porque se haya elaborado ningún criterio para ello sino porque, sencillamente, no hay dinero.

    Tanto en el caso que comentas (sangrante) como en muchos otros, el problema empieza mucho antes de la justificación, que por otra parte no es más que una cuestión técnica de números y conceptos (y un ejemplar que lo demuestre) porque haría falta otra subvención para que alguien pudiera revisar y contrastar el contenido.

    Creo que lo discutible es el sistema en sí mismo, el dinero en manos del poder tiende a ser utilizado como cuestión ideológica coartando la capacidad de elección y decisión.

    NOTA: Paré aquí porque este tema está en pleno debate en ámbitos que me tocan cerca, como el audiovisual. En realidad estaba dando un paseo por tu blog, en el que hay post que me han gustado mucho.

    Un saludo.

    1. Gracias por tu visita y por tu comentario, Isabel.
      Es verdad que todo lo que tiene que ver con las subvenciones resulta controvertido. También que los sistemas de subvenciones, al menos por aquí, encierran en si mismos un caldo de cultivo que permite todo tipo de disparates. De todos modos, yo entiendo que con el dinero de todos sí que es posible e incluso necesario en muchas ocasiones prestar apoyo económico para que puedan realizarse determinadas actuaciones, actividades y proyectos de interés para la comunidad que de otro modo no podrían salir adelante. Pero bueno, el asunto da para mucho. Ya continuaremos con ello.
      Me alegra mucho encontrarte por aquí.
      Un saludo,

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