Tiempo de lectura

En estos tiempos adversos en los que tantas trabas se pone a la cultura para todos penalizando su acceso –el IVA cultural en este país es el más elevado de toda la Unión Europea con mucho, y los precios de libros, conciertos y espectáculos en ocasiones resultan prohibitivos–, las bibliotecas públicas deberían ocupar un lugar central y luminoso en nuestras ciudades, en sus barrios, en las calles y en las plazas. Pero no es así. Las bibliotecas languidecen y sobreviven en muchas ocasiones por el empeño vocacional, la creatividad y el compromiso de los bibliotecarios. Un perfil que algunos quisieran en extinción y que tanto tiene que ver con el de los viejos libreros.

El verano es tiempo de lectura. Parece que en verano leemos más, se lee más. Quizás lo hagamos intentando recuperar el tiempo que durante el resto del año por la premura de los días, por las derrotas de las noches, no hemos podido dedicar a la lectura. También, sobre todo, porque la placidez del verano invita a la lectura: los días luminosos, las horas más lentas, las noches amables…

Los días de verano son propicios para recuperar el placer de la lectura, ese hábito mentalmente saludable, incluso vicio íntimo, solitario –que no nefando– que nos lleva de la mano, normalmente, hasta el amor y el gusto por los libros.

Casi me atrevería a decir que, en verano, el placer es leer, siendo igual lo que se lea. Pero no. Los contornos del verano suelen encerrar epifanías lectoras, momentos de iniciación a la lectura, descubrimientos a través de diferentes autores o títulos que nos pueden conducir de las aventuras de los Cinco o de la cabaña del Tío Tom a las islas de Stevenson. Y de estos, sin tregua, sin pausa, a las complejas y cautivadoras tramas y  personajes de la literatura más clásica. Cada libro abre ante nuestros ojos mundos nuevos e infinitos. En los libros leídos está la sombra, el rastro de lo que fuimos, los diversos bocetos de nuestro aprendizaje estético y de nuestra evolución vital, y lo más valioso y secreto de nuestro bagaje cultural.

Tiempo de lectura
Fuente: Freerange Stock

No sé si leer nos hace mejores. No creo que necesariamente. Pero estoy seguro que nos hace menos obtusos, más tolerantes, mejor dispuestos a la convivencia. En mejor predisposición de comprender el indudable valor de la cultura como artefacto enriquecedor de nuestras vidas.

De ahí la importancia de fomentar el placer de leer, de educar el hábito lector entre cuantos más mejor. En estos tiempos adversos  en los que tantas trabas se pone a la cultura para todos penalizando su acceso –el IVA cultural en este país es el más elevado de toda la Unión Europea con mucho, y los precios de libros, conciertos y espectáculos en ocasiones resultan prohibitivos–, las bibliotecas públicas deberían ocupar un lugar central y luminoso en nuestras ciudades, en sus barrios, en las calles y en las plazas. Pero no es así. Las bibliotecas languidecen y sobreviven en muchas ocasiones por el empeño vocacional, la creatividad y el compromiso de los bibliotecarios. Un perfil que algunos quisieran en extinción y que tanto tiene que ver con el de los viejos libreros.

Les cuento esto porque soy muy fan de las bibliotecas públicas y usuario de las de Motril, sobre todo de la de La Palma pero también de la de Santa Adela, en la que lamentablemente durante estos días de verano se puede leer un cartel en su modesta entrada que reza “Cerrada por mantenimiento”. No sé de qué se trata, pero convendría asegurar que en los meses de verano aprovechando la afluencia de gente en nuestras playas, esta biblioteca estuviera a pleno rendimiento, con un programa de actividades atractivo que diera mayor visibilidad a los servicios que presta.

No deja de llamar la atención la modestia de esta Agencia de lectura, que se encuentra a dos pasos del rutilante Centro de Desarrollo Turístico, sin actividad ni uso de momento conocido. Quizás no sería una mala iniciativa encontrar ahí un espacio de encuentro para vecinos y libros y de ese modo, recuperar algo de lo mucho que se ha gastado en ese barrio sin tener en cuenta a sus vecinos/as.

Cuiden las bibliotecas, mimen a los lectores. Los ciudadanos serán más críticos, es cierto, pero también serán mucho mejores.

Ver el artículo publicado en Motril@Digital

Autor: Cosasmías_Blog de josegll

Por aquí sigo, de momento.

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