Cuenta Almudena Grandes que para ella las vacaciones de verano en su casa de Rota son el tiempo de la felicidad. Y entiendo perfectamente lo que quiere expresar por que creo que se refiere a un tiempo que se extiende prometedor y que nos envuelve en colores dorados como un ritual,. Un tiempo demorado, que discurre con placidez y que aproxima a estados de ánimo amables que invitan a que nos dejemos mecer por sueños blandos, fáciles y alentadores, a veces cercanos a la euforia. Veraneo, el tiempo de la felicidad.
Quien más quien menos ha disfrutado de esas temporadas hermosas que al cabo del tiempo llevamos pespunteadas en nuestros recuerdos básicos. En mi caso, largos veraneos familiares en Cercedilla, llenos de pandilla, excursiones, primeras lecturas, partidos de fútbol, piscina, bicis, aventura y escarceos en la niñez del amor. Veranos de playa, tenis y mundiales de fútbol en Almería. Intermitentes estancias, casi de paso, al final, en Playa Larga conociendo, entendiendo y aprendiendo a amar a Cataluña. Primeros veranos independientes en Gredos, dedicados casi en exclusiva a los primeros pasos de los niños, rodeados de amigos por la proximidad de Madrid.
Veranos vividos desde la misma arena de la Playa de Almardá. Veranos de vidas soñadas como estancias en el paraíso. De alegría y vitalidad. Veranos luminosos y azules, del color de la luz de Valencia. De lecturas compulsivas, paseos por la playa y siestas con sabor a mar y aromas de jazmín. Veranos de amistades sencillas, rutinas apacibles y tardes de pesca. De contemplar amaneceres, puestas de sol y noches de luna. Veranos reparadores en los que recuperar la ternura del deseo y desandar desencuentros y equívocos. Veranos que creo que conforman la patria de los hijos y acotan ese tiempo de felicidad.

Ahora las vacaciones son más breves, casi espasmódicas, necesarias, higiénicas incluso. Ya casi nadie cierra por vacaciones. Si acaso, nos vamos por unos días pero seguimos conectados, pendientes de asuntos y contextos aunque nos dejemos llevar por actitudes más laxas y actuemos de un modo más relajado.
En cualquier caso, antes y ahora, el verano siempre es un tiempo bohemio, de iniciación, de aprendizaje a veces. Un espacio propicio para aventurarse por los caminos del placer y de la sensualidad, del amor aunque sea ocasional, y también del sexo. Un tiempo para la transgresión y la indolencia, para dar la espalda a los malos augurios, a la certeza de que la vida va en serio y de que, al final, es una trampa. Un espacio para las treguas, un tiempo para el optimismo.
La felicidad es para el verano: disfrutando de paraísos re-descubiertos, imaginando proyectos, construyendo sueños. Y leyendo, por que el tiempo de la felicidad es tiempo de lectura.
Ahora para mí, verano es cuando estoy contigo. Mi tiempo de la felicidad es estar a tu lado y que me regales tus ganas. Estar de vacaciones contigo, aunque sean breves, casi robadas a la locura de los días, resulta siempre delicioso: en Évora, en La Vera, en Jerte, en Bala Negra, en Gata, en Cantarriján, en La Herradura, en las playas de Cádiz…. en África
Este verano yo tampoco cierro, aunque me voy (contigo) por unos días. Por eso me permito aprovechar la ocasión para desearles a todos ustedes –lectores, seguidores, amigas y amigos– que no dejen de disfrutar de ese espacio que no se nos regala, de ese tiempo ganado; de su tiempo de la felicidad. No dejemos que nadie nos lo recorte. Ni por supuesto que nadie nos lo quite.
Muchas gracias por pasarte por cada post. Veo que sigue el tiempo de la felicidad y me alegro por ello.
Besos!
Gracias a ti, Blanca, por pasarte por aquí.
Muchos Besos 🙂
No hace mucho, en una noche de insomnio, me encontré con una reposición de El tiempo de la felicidad, y recuperé la sonrisa de inmediato. Al encontrármela aquí, no sólo he vuelto a sonreír sino que me he dado cuenta que tiene mucho que ver con toda la narración que tengo pendiente sobre nuestro Proyecto Máscaras y que no sabía por donde empezar. Me has dado la clave, por los sentimientos y las sensaciones.
Como siempre, he disfrutado a través de tus enlaces. Yo tampoco cierro pero he decidido dejarme llevar por este tiempo bohemio y sensual dejando que la Vida se narre a sí misma. Seguro que el destilado que lleva algún tiempo pendiente se oxigena y termina en una buena cosecha.
También he vuelto a recuperar la literatura sin condiciones, dejando que los sentidos se desperecen y asomen por encima de los criterios. Puede que también recupere a Almudena Grandes, la tenía un poco abandonada. La vida va tan en serio que hay que dar una tregua. Si os vais a un sitio con mar, recibiréis una oleada de sonrisas procedente del Atlántico. Y si no, a través de las estrellas.
Feliz descanso! Y vuelve a llenar mucho la maleta para irla vaciando muy despacio aquí.
Besos!!! 🙂
Me alegro una vez más de encontrarme contigo por aquí, siempre es reconfortante. No vi en su momento El tiempo de la felicidad y hace años se me presentó de casualidad, quizás también en una noche de insomnio o en alguno de mis estados alterados, no sé. Pero a partir de ese primer visionado me la he ido encontrando sucesivamente, siempre de forma inesperado en algún canal de televisión. Y siempre me mueve los mismos sentimientos de ternura y de sencilla alegría. Qué bien cuando ‘la vida se narra por sí misma’.
Recibiremos tu oleado de sonrisas del Atlántico en el Sur y también a través de las estrellas desde mañana mismo. Gracias, Isabel. Buena cosecha!!
Besos 🙂
Hoy que no tengo ni ganas de escribir leo este bonito post y me traslado al momento, grande, por cierto, en el que estaba en el cine viendo El tiempo de la felicidad.. la cual siempre pensé que se había rodado en Ibiza. Veronica Forqué me confirmó en twitter que era Mallorca. Daba igual el dato, conozco ambas y todo me parecía a ese tiempo pasado en esas dos islas.
Lo mejor es que has ido a dar con muchos lugares conocidos. Es como haber viajado contigo. Los veranos en varias playas iguales..Gredos.
Y ahora menos palabras todavía.
Espero que esos días que vas a pasar con alguien sean tiempos de felicidad para ti.
¡Un besazo!
Me alegro mucho, Blanca, de que compartamos algunos lugares y que, además, nos encanten. Yo también creía que El tiempo de la felicidad discurría en Ibiza, pero también me da lo mismo. Siempre me ha parecido una película encantadora, deliciosa. Te agradezco tu presencia aquí doblemente, por que me cuentas que no tienes muchas ganas de hablar. Pues no hablemos. Muchos besos para ti.
Ya te contaré de estos días venideros